15 de noviembre del 2025
Salmo 84:1-12
CERCA DEL CORAZÓN DE DIOS
“Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío”. Salmo 84:3
Pocos lugares inspiran tanto asombro como el templo del Señor. Para el compositor del Salmo 84, incluso los más pequeños entre las criaturas encontraban allí un lugar de descanso. Al ver gorriones y golondrinas anidando cerca del altar, el salmista entendió algo profundo: si Dios ofrecía refugio a las aves, ¡cuánto más a los que lo aman! Aquel templo no era solo un edificio. Era un hogar. Este versículo es mucho más que una observación natural; es un suspiro del alma. El salmista anhelaba estar cerca de Dios con la misma familiaridad con que un ave vuelve a su nido. Porque cerca del Señor hay seguridad, pertenencia y ternura. Estar en su presencia es volver al hogar que el corazón más desea. El anhelo por la casa de Dios sigue vivo en nosotros hoy. En un mundo agitado y fragmentado, anhelamos un refugio, un sentido de pertenencia, un espacio donde podamos descansar y renovar nuestras fuerzas. La buena noticia es que no tenemos que hacer largas peregrinaciones para encontrarlo. Gracias a Cristo, Dios habita con su pueblo dondequiera que esté. Jesús se lo recordó a la mujer samaritana: no es el monte ni Jerusalén lo que define la adoración, sino el encuentro con el Dios vivo (Juan 4:21–24). Donde está Cristo, allí está el verdadero altar. Y donde está su Espíritu, allí hay descanso para el alma cansada.
Mejor es un día contigo, Señor, que mil fuera de ti. Gracias por recibirnos en tu presencia dondequiera que vayamos. En Cristo Jesús, Amén.
Jesús dijo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Además de muchas otras cosas de la creación, como las rocas, los árboles, el agua y las flores del campo, Jesús nos hace un llamado a prestar atención a las aves para reflexionar y comprender mejor el amor y el cuidado que Dios tiene por nosotros. Dios ha hecho de las aves una parte hermosa de su creación. También son símbolos y ejemplos de su gran historia de redención, recordándonos la presencia de Dios y la paz que nos trae. En su gracia, Dios nos habla a través de su maravillosa creación para que podamos participar plenamente en sus promesas.
Julia Prins Vanderveen
Trabaja y vive en Vancouver, Columbia Británica, con su esposo, Trevor, y sus tres hijos. Julia ha trabajado junto con su esposo pastoreando una iglesia en Vancouver. También es capellán y profesora de humanidades en la Escuela Cristiana de Vancouver.