Salmo 91:1-16
BAJO SUS ALAS
“Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad”. Salmo 91:4
Hay imágenes en la Biblia que parecen escritas para el alma herida. Esta es una de ellas. El Dios eterno, el Altísimo, el Omnipotente… no es descrito aquí con truenos ni rayos, sino con la ternura de un ave que abre sus alas para proteger a sus polluelos. En un mundo que a menudo nos lastima, esta imagen reconforta. El refugio no es un lugar; es una persona: Dios mismo.
“Con sus plumas te cubrirá”, dice el salmista. Dios no se limita a observar nuestro dolor desde lejos. Él extiende sus alas y nos abraza. Como una madre que esconde a sus crías bajo sus plumas, así el Señor cubre a quienes acuden a Él. Y cuando la tormenta arrecia, Él no se retira: permanece firme, escudo y adarga —protección en medio del peligro, defensa en medio del combate. Esta promesa de seguridad bajo sus alas implica una invitación: acércate, escóndete, confía. No siempre seremos llamados a salir al frente de la batalla. Hay días en los que Dios nos llama simplemente a refugiarnos, a quedarnos quietos mientras Él pelea por nosotros.
Jesús retoma esta tierna figura en Lucas 13:34, cuando llora sobre Jerusalén: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” ¡Qué amor tan profundo! Jesús no nos echa en cara nuestras debilidades. Nos llama una y otra vez a volver a casa, a descansar junto a su corazón.
Señor, ayúdanos a permanecer cerca de ti para que, cuando el peligro nos amenace, estemos seguros bajo tu cuidado. Acógenos y abrázanos. Amén.