18 de octubre del 2025
Salmo 46:1-11
LA SOBERANÍA DE DIOS TRAE PAZ
“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”. Salmo 46:10
Vaya si necesitamos un llamado como éste en el mundo acelerado en que vivimos. No es solo una invitación a detenernos, sino un llamado a confiar. A silenciar las voces del temor. A dejar de correr detrás de soluciones urgentes. A recordar que, por encima de todo lo que no entendemos, Dios sigue siendo Dios. Cuando el mundo se sacude, cuando llegan los retos inesperados, cuando el corazón está quebrado, este versículo no nos ofrece una salida rápida, pero sí nos ofrece algo mucho mejor: la certeza de que Dios está presente, y que su soberanía es firme como una roca. El Salmo 46 no fue escrito en tiempos de calma. Fue escrito en medio de la guerra, la agitación, la angustia. Y aun así, el salmista declara con valentía: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (v.1). Esa quietud que Dios pide es un descanso confiado. Es decirle al alma: “Aunque no lo vea todo claro, sé en quién he confiado. Dios gobierna. Dios cuida. Dios no me suelta”. Si hoy tu corazón está inquieto, si te cuesta ver con claridad lo que viene, te invito a hacer una pausa. Lleva tus temores, tus planes, tus heridas a las manos sabias y fieles de Dios. Deja que su paz guarde tu corazón y tu mente en Cristo Jesús (Filipenses 4:7). Porque estar quieto en Él no es rendirse… es confiar con todo el corazón.
Señor, reconocemos que eres Dios soberano, y sabemos que tú tienes el control de todo. Danos tu paz y fortalece nuestra fe y confianza en ti. En el nombre de Jesús, amén.