14 de diciembre del 2025
Isaías 13:9-13
EL OTRO LADO DE LA MONEDA
“Ya llega el día del Señor, día terrible, de ira y furor ardiente, que convertirá la tierra en desierto y acabará con los pecadores que hay en ella”. Isaías 13:9
Cuando pensamos en Navidad, imaginamos luces, villancicos y regalos. Pero, ¿es esa la razón por la que Cristo vino? ¡No! Detrás de la ternura del pesebre hay una realidad más profunda: el Salvador vino porque el juicio de Dios es real. El profeta Isaías no nos permite ignorarlo. Él anuncia “el día del Señor”, un día terrible en que Dios hará justicia y limpiará la tierra del mal. ¿Por qué? Porque el pecado ha infectado todo: violencia, orgullo, codicia, idolatría… todo eso clama por juicio. Hay sin embargo quienes creen que este tono de juicio es contrario al espíritu navideño. Pero es justo lo contrario. El juicio no le quita sentido a la navidad… lo vuelve urgente y necesario. Si nuestro destino no fuera tan grave, ¿por qué habría venido Cristo? ¿Para qué una cruz? ¿Para qué tanto dolor, tanta entrega? Jesús no vino simplemente a darnos una celebración anual, vino a darnos vida eterna. Vino a librarnos del juicio que nosotros no podríamos evitar por nosotros mismos. Y esa sí que es una buena noticia: “El que cree en mí no es condenado”, dijo Jesús (Juan 3:18). Dios, en su inmenso amor, preparó una salida antes de que llegara el juicio. Por eso la Navidad es luz en medio de las tinieblas. Es una luz que no es decorativa, sino salvadora. Una luz que anuncia que hay perdón, redención… y esperanza.
Nuestro buen Dios, gracias porque no nos dejaste a merced del juicio que merecíamos. En tu misericordia nos diste una salida, enviando a tu Hijo para morir en nuestro lugar. En su nombre oramos, amén.
Cada vez que abrimos el Nuevo Testamento, lo primero que encontramos son los evangelios. Y tiene mucho sentido, porque allí se nos narra la venida, vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, mucho antes de que Él apareciera en la historia, ya había una voz que anunciaba con claridad sorprendente los eventos que estaban por venir. Esa voz fue la del profeta Isaías. Por eso, no es de extrañar que muchos se refieran al libro de Isaías como “el quinto evangelio”. En sus páginas encontramos no solo advertencias de juicio, sino también promesas de restauración, consuelo y esperanza. Isaías no solo anticipó el sufrimiento del pueblo en el exilio, sino también la venida del Mesías, su nacimiento virginal, su ministerio, su pasión y su gloria. En este tiempo del año, cuando el mensaje de la venida de Cristo se escucha por todas partes, te invitamos a detenerte y dejar que las palabras de Isaías hablen a tu corazón. Que su mensaje sea para ti, no solo poesía antigua, sino buenas nuevas vivas, que alientan, consuelan y apuntan con poder a Jesús, nuestro Salvador.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene 4 hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como director de Ministerio Reforma.