Hebreos 12:4-11
UNA DISCIPLINA CON SENTIDO
“Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad”. Hebreos 12:10
¿Alguna vez pensaste que, si Dios realmente te amara, no permitiría ciertas dificultades en tu vida? Es una idea que muchos tenemos en momentos de dolor. Pero la Biblia nos muestra algo muy distinto: Dios nos ama tanto, que está dispuesto a intervenir —aunque duela— para corregirnos y guiarnos por el mejor camino.
Cuando éramos niños, no entendíamos por qué nuestros padres no nos dejaban hacer todo lo que queríamos. ¿Recuerdas alguna vez en que te dijeron que no podías ir a algún lugar o hacer algo “porque ellos sabían lo que era mejor”? Con el tiempo, muchas de esas decisiones tuvieron sentido. La disciplina, aunque incómoda, estaba guiada por el amor.
Con Dios pasa igual, pero en un nivel mucho más profundo. Él no es un Padre indiferente que mira desde lejos. Es un Padre comprometido, que se mete en el corazón de nuestras decisiones, que pone límites, que corrige con firmeza... pero siempre con amor. Y lo más asombroso es esto: su objetivo no es simplemente “corregirte”, sino llevarte a algo mucho más grande —a participar de su santidad. A veces nos cuesta verlo. El proceso puede ser doloroso, confuso… incluso frustrante. Pero si lo miramos desde el amor del Padre, entendemos que su disciplina es una señal de que somos suyos. Él no corrige a los extraños, solo a los hijos. Y tú eres su hijo, su hija. No lo olvides.
Padre, dame un corazón humilde para recibir tu disciplina con gratitud, como una muestra de que soy tu hijo y que me estás guiando a ser más como Jesús. En Cristo Jesús. Amén.