Efesios 1:3-14
EL DIRECTOR DE LA ORQUESTA
“En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad…”Efesios 1:5
Adoptar a un niño es un acto de profundo amor, pero también implica mucho esfuerzo. Requiere llenar formularios, evaluaciones, visitas a domicilio, permisos oficiales y una serie de requisitos legales y financieros. Para nuestro Padre celestial, adoptarnos como hijos tampoco fue sencillo ni barato. Fue un proceso largo, planeado desde la eternidad, lleno de gracia, y a un costo inmenso: la vida de su propio Hijo.
Efesios 1:5 nos recuerda que es Dios quien toma la iniciativa en esta relación. Jesús, su Hijo, pagó el precio de nuestra adopción con su propia vida, y el Espíritu Santo actúa como nuestro sello y garantía, obrando en lo profundo de nuestro ser para confirmarnos como hijos legítimos y herederos de todas sus promesas.
La adopción espiritual no es una ocurrencia de último momento. Nuestro regreso a casa es el resultado de la orquestación amorosa de innumerables detalles a lo largo de nuestra vida. Dios ha dirigido cada paso con sabiduría y propósito, como un gran director de orquesta que toma muchas partes en movimiento y las transforma en una sinfonía armoniosa. Así es nuestro Dios: soberano y amoroso, capaz de tomar miles de hilos sueltos y entretejerlos para cumplir su plan perfecto. En Cristo, hemos sido adoptados, sellados y amados para siempre. ¡Qué asombroso es formar parte de su familia!
Gracias, Padre, por amarnos tanto y planear nuestra salvación. Ayúdanos a apreciar tu asombrosa obra en nuestras vidas cada día. En Cristo Jesús, Amén.