Mateo 14:22-33
UNA FE VALIENTE
“Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús”. Mateo 14:29
¿A qué niño no le gusta un buen chapuzón en el agua? Basta con verlos lanzarse una y otra vez, entre risas y salpicaduras, confiados en que sus padres están cerca, atentos a cada movimiento. Aunque no lo piensen, se arrojan a una situación que, si lo analizamos, podría salir mal. Pero no tienen miedo. ¿Por qué? Porque saben que hay unos brazos listos para atraparlos. Confían con una fe valiente, casi temeraria, en el amor y el cuidado de sus padres.
Esa es la clase de fe que llevó a Pedro a bajarse de la barca y caminar hacia Jesús en medio de la tormenta. Es la misma fe que impulsa a los cristianos a vivir con audacia, desafiando los valores de este mundo para seguir fielmente a Cristo. Es la fe que mueve a un misionero a dejarlo todo y llevar el Evangelio a lugares lejanos, confiando en que Dios lo sostendrá.
A veces, el miedo nos paraliza. Nos hace quedarnos en la orilla, aferrados a lo conocido. Pero la invitación de Dios es clara: lánzate a mis brazos. Si no lo hacemos, nos perdemos la oportunidad de ver cómo su fidelidad nos sostiene, incluso cuando el agua parece profunda. Nuestra fe crece cuando dejamos de calcular riesgos y simplemente confiamos. Cada vez que nos lanzamos a las manos del Padre, descubrimos que su amor perfecto expulsa todo temor (1 Juan 4:18). ¿Te atreves a saltar hoy?
Señor, danos la fe para salir de la barca y confiar en ti. Que nuestra fe crezca a medida que te seguimos y experimentamos tu cuidado personal. En el nombre de Jesús, Amén.