Lucas 15:21-24
GRACIA O NADA
“Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Lucas 15:21
El hijo pródigo vuelve a casa con un discurso bien ensayado.
Está dispuesto a trabajar, a pagar su deuda, a ganarse un lugar… aunque sea como jornalero. Al llegar, reconoce su pecado y acepta las consecuencias de sus actos. Y eso es importante: reconocer nuestro pecado y el daño que hemos causado es parte esencial del verdadero arrepentimiento. Pero antes de que termine su discurso, el padre lo interrumpe. No le deja ofrecer sus servicios ni negociar su lugar. Porque en la casa del Padre, no se vuelve como esclavo… se vuelve como hijo.
Para los que han pecado —para todos nosotros— la gracia es el único camino. Es gracia o nada. No hay forma de compensar el dolor causado, ni manera de recuperar por esfuerzo propio el favor del Padre. Solo queda una opción: recibir su perdón como un regalo, por medio de Jesús, y volver a Él con un corazón rendido.
No importa cuánto te hayas alejado… No importa cuánto hayas malgastado de lo que el Padre te dio… Volver a casa sigue siendo seguro. Jesús ya pagó el precio. Murió, resucitó, ascendió al cielo, y desde allí intercede por ti y por mí. El camino está abierto. El Padre está esperando. Y su gracia está lista para cubrirlo todo. La puerta está abierta. La mesa está servida. El Padre te espera con los brazos abiertos. ¿Darás ese paso hoy… y volverás a casa para recibir su gracia?
Gracias, Padre, por el don de la salvación, comprada y pagada por la sangre de Jesús. Queremos recibir tu gracia y vivir como hijos tuyos. En el nombre de Jesús, Amén.