12 de diciembre del 2025
Isaías 5:8-25
INVERSIÓN MORAL
“¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convierten la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz…!” Isaías 5:23
Vivimos en tiempos donde la verdad se vuelve cuestionable, y las convicciones parecen intercambiables. No es raro escuchar frases como: “tú tienes tu verdad y yo tengo la mía”. El relativismo ha calado tan hondo que muchos ya no saben qué es luz ni qué es oscuridad. Pero esta confusión no es nueva. Isaías denuncia una inversión moral que ya ocurría en su tiempo. La sociedad de Israel, bendecida por Dios y llamada a vivir con justicia y verdad, había trastocado los valores fundamentales. El resultado era una profunda injusticia, especialmente hacia los más vulnerables. Llamar “bueno” a lo que es malo, y “malo” a lo que es bueno, no es solo un error filosófico: es una rebelión espiritual. Es poner en entredicho el carácter de Dios, quien es luz, y en Él no hay ninguna sombra de confusión. ¿Dónde vemos esto hoy? En leyes que justifican la opresión, en sistemas que protegen al fuerte y olvidan al débil, en ideologías que exaltan el ego por encima del bien común. Pero también, si somos honestos, lo vemos en nuestros propios corazones, cuando justificamos lo que sabemos que no agrada a Dios. No reconocer el mal como tal, es una forma de alejarnos de nuestra necesidad de redención. Pero Dios no nos deja allí. Él nos llama a volver a la luz, a ver las cosas como Él las ve, a ser sinceros con nuestra condición y correr a Cristo, quien es la luz verdadera.
Señor, en un mundo que confunde la luz con la oscuridad, ayúdame a ver con tus ojos. Dame un corazón sensible a tu verdad y un espíritu humilde para reconocer mis errores. Por Cristo, amén.
Cada vez que abrimos el Nuevo Testamento, lo primero que encontramos son los evangelios. Y tiene mucho sentido, porque allí se nos narra la venida, vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, mucho antes de que Él apareciera en la historia, ya había una voz que anunciaba con claridad sorprendente los eventos que estaban por venir. Esa voz fue la del profeta Isaías. Por eso, no es de extrañar que muchos se refieran al libro de Isaías como “el quinto evangelio”. En sus páginas encontramos no solo advertencias de juicio, sino también promesas de restauración, consuelo y esperanza. Isaías no solo anticipó el sufrimiento del pueblo en el exilio, sino también la venida del Mesías, su nacimiento virginal, su ministerio, su pasión y su gloria. En este tiempo del año, cuando el mensaje de la venida de Cristo se escucha por todas partes, te invitamos a detenerte y dejar que las palabras de Isaías hablen a tu corazón. Que su mensaje sea para ti, no solo poesía antigua, sino buenas nuevas vivas, que alientan, consuelan y apuntan con poder a Jesús, nuestro Salvador.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene 4 hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como director de Ministerio Reforma.