Salmo 27:1-10
HABITAR EN SU PRESENCIA
“Sólo una cosa deseo: estar en el templo del Señor…”
Salmo 27:4
Si hoy pudieras pedir una sola cosa, ¿qué sería? Muchas personas desean éxito, salud, estabilidad, amor o felicidad. Pero el salmista tenía un anhelo que iba más allá de lo terrenal: quería estar en la presencia de Dios todos los días de su vida. No buscaba riquezas ni reconocimiento, sino la comunión con su Creador. Este no era un deseo pasajero o superficial. No era un simple impulso emocional. Era el clamor profundo de alguien que había descubierto que nada en este mundo se compara con estar con Dios. El salmista entendía que todo en la vida es temporal, pero la presencia del Señor es eterna.
Jesús mismo confirmó esta promesa cuando dijo: "Voy a prepararles un lugar" (Juan 14:2). Él incluso pone su reputación en juego, al hacer esa afirmación tan solemne en un momento tan emotivo para sus discípulos. Dios no solo nos invita a buscarlo aquí y ahora, sino que nos asegura que habitaremos con Él para siempre.
Pero mientras esperamos ese día glorioso, no podemos vivir con los brazos cruzados. No se trata de sentarnos a mirar al cielo sin hacer nada, sino de vivir con propósito. Cada día es una oportunidad para compartir su amor, hablar de su bondad y mostrar a otros el camino hacia Él. Por eso, pregúntate: ¿qué es lo que más anhela mi corazón? Si nuestra mayor pasión es Dios, nuestra vida reflejará su gloria en todo lo que hacemos.
Gracias, Dios santo y eterno, por la vida que me has dado. Concédeme morar contigo cada día de mi vida y compartir tu bondad y amor con quienes no te conocen. En Jesucristo, Amén.