Daniel 3:1-30
DIOS NUNCA ABANDONA A SUS SIERVOS
“¡Alabando sea el Dos de Sadrac, Mesac y Abed-negó, que envió al ángel para salvar a sus siervos fieles…”
Daniel 3:28
Esta historia recuerda que tenemos un Dios fiel y justo, que nunca abandona a quienes confían en Él. Durante su reinado, el rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro (Daniel 3:1) y ordenó que todos se postraran para adorarla, con una consecuencia grave para quienes desobedecieran. Sin embargo, Sadrac, Mesac y Abed-nego se negaron a hacerlo, permaneciendo firmes en su fe.
El rey, enfurecido, los amenazó con lanzarlos a un horno ardiente, pero ellos respondieron con valentía: "Nuestro Dios, a quien adoramos, puede librarnos de las llamas del horno y de todo el mal que Su Majestad quiere hacernos [...] No adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos ante la estatua de oro". Esto encendió aún más la ira del rey, quien ordenó que el horno se calentara siete veces más. Sin embargo, para sorpresa de todos, el Ángel del Señor protegió a los tres jóvenes y las llamas no los dañaron. Salieron ilesos y Nabucodonosor reconoció el poder del Dios verdadero, alabándolo por haber salvado a sus siervos fieles.
Ese es nuestro Dios: protector, fiel y poderoso. Siempre está a nuestro lado, listo para rescatarnos en medio de la prueba. Dondequiera que le busquemos, podemos encontrarlo, porque Él es un Dios cercano y presente. Solo el pecado nos separa de su presencia, pero en Cristo siempre hay un camino de restauración.
Líbranos de los falsos dioses, Señor, no permitas que doblemos nuestras rodillas ante ellos. Que todos te reconozcan como el único y poderoso Dios. En Jesucristo. Amén.