Filipenses 2:1-11
IMITANDO LA HUMILDAD DE CRISTO
"No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo". Filipenses 2:3
En alguna ocasión, escuché a alguien usar el término humildad de manera despectiva, como si fuera una debilidad o una falta de ambición. Sin embargo, la humildad es una virtud poderosa, pero rara en un mundo donde el interés personal parece ser la prioridad. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a vivir de manera diferente: sirviendo a los demás y poniendo sus necesidades antes que las nuestras.
Este llamado no es opcional; es el reflejo del corazón de Jesús. Él mismo dijo: "Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" (Marcos 10:45). En una sociedad obsesionada con la competencia y el reconocimiento, podemos marcar la diferencia al valorar y honrar a los demás. Mostrar amabilidad, empatía y compasión no es solo una buena acción, sino una manifestación de un corazón transformado por Dios.
Esto es exactamente lo que el evangelio espera de nosotros: que actuemos con gracia y amor, porque así es como Dios ha tratado con nosotros. En tus próximas interacciones, tómate un momento para considerar las necesidades de quienes te rodean. Busca maneras de ayudar, de servir, de reflejar el carácter humilde y amoroso de Cristo. Ya sea en una tarea pequeña o grande, cada acto de servicio es una oportunidad para mostrar el amor de Dios al mundo.
Espíritu de Dios, moldea mi corazón en humildad y amor para imitar a Jesús. Ayúdame a valorar a los demás y a servir desinteresadamente. En el nombre de Jesús, Amén.