Filipenses 4:1-7
LA PAZ DE DIOS Y EL DIOS DE PAZ
"Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús". Filipenses 4:7
¡Qué hermoso es experimentar la paz que Dios promete en este pasaje! No es cualquier paz; es una paz que viene de lo alto, que sobrepasa nuestro entendimiento y alcanza lo más profundo de nuestro ser. No solo calma nuestro corazón y disipa nuestras ansiedades, sino que también transforma nuestras relaciones y restaura la armonía entre los hermanos en la fe.
Pablo escribe estas palabras en un contexto donde la unidad en la iglesia estaba en riesgo. Evodia y Síntique, dos mujeres que habían servido fielmente junto a él, permitieron que una diferencia personal se convirtiera en un asunto público. No sabemos la causa de su desacuerdo, pero sí sabemos que su conflicto era lo suficientemente serio como para afectar la vida de la comunidad.
Este tipo de discordias no solo generan división, sino que también son contrarias al evangelio. Es por eso que Pablo les insta a vivir en armonía, a reconciliarse y a enfocarse en lo que realmente importa: Cristo. Cuando permitimos que Dios sane nuestros corazones, experimentamos no solo la paz de Dios, sino también la presencia del Dios de paz (Filipenses 4:9). Si hoy hay conflictos en tu vida, si alguna relación se ha quebrado, deja que la paz de Dios actúe en ti. Porque cuando la paz de Dios gobierna, la unidad florece y su presencia se hace más evidente en medio de nosotros.
Señor, lléname de tu paz, guarda mi corazón y mente. Ayúdanos a centrarnos en ti y experimentar tu presencia. Sé nuestra fuente de tranquilidad y fortaleza. En Jesús, amén.