2 Samuel 6:12-19
DAVID LLEVA EL ARCA A JERUSALÉN
“David fue y con gran alegría trasladó el arca de Dios de la casa de Obed-edom a la Ciudad de David”. 2 Samuel 6:12
El Arca de la Alianza fue el objeto sagrado más importante de la fe judía. Dentro de ella estaban las tablas de la Ley, la vasija del maná y la vara de Aarón que floreció. Cada uno de estos elementos apunta a Cristo, el Mesías. Jesús es la Palabra viva, el Verbo encarnado. Jesús es el Pan del cielo que da vida eterna. Jesús murió y resucitó al tercer día, venciendo la muerte. En Él, todo el que cree recibe el poder de ser llamado hijo de Dios (Juan 1:12).
Pero David no se conformó con tener un trono y un palacio. Él anhelaba la presencia de Dios en Jerusalén. No buscaba prestigio ni reconocimiento político. Buscaba a Dios. Sabía que las bendiciones son maravillosas, pero Dios mismo es mejor que todas ellas. Por eso, se esforzó en llevar el Arca de la Alianza a Jerusalén. Porque entendió que la mayor necesidad de su pueblo y el mayor privilegio que podían tener era la presencia de Dios.
Así que, con alegría desbordante y entusiasmo incontrolable, David danzó, celebró y encabezó la marcha triunfal del Arca hacia Jerusalén. No le importó lo que otros pensaran. ¿Y tú? ¿Te has regocijado en Dios? ¿Anhelas Su presencia más que la riqueza, la comodidad o el reconocimiento humano? ¿Deseas más a Dios que a Sus bendiciones? Que nuestro mayor anhelo no sea lo que Dios puede darnos, sino Dios mismo. Porque cuando tenemos Su presencia, lo tenemos todo.
Señor, me regocijo en tu presencia. Pero confieso que en ocasiones me conformo con tus bendiciones y no con tu presencia. Perdóname, te lo ruego en Cristo, amén.