2 Samuel 12:13
LA CONFESIÓN QUE TRAE PERDÓN
“David admitió ante Natán: —He pecado contra el Señor. Y Natán le respondió: —El Señor no te va a castigar a ti por tu pecado…” 2 Samuel 12:13
David era un hombre con un corazón quebrantado. Cuando fue reprendido, no huyó de la culpa ni buscó excusas como lo hizo Saúl. En lugar de justificarse, confesó su pecado y reconoció que había ofendido a Dios. Entonces, Natán le anunció la mejor noticia que un pecador puede escuchar: “El Señor no te va a castigar a ti por tu pecado” (2 Samuel 12:13).
El amor de Dios es incondicional, pero su perdón no lo es. El perdón de Dios no es para quienes persisten en su pecado o endurecen su corazón. Como Dios es justo, no puede ignorar el pecado. Como Dios es santo, no puede tolerarlo. Por eso, el perdón siempre tiene un precio.
Cuando David se humilló, Dios no solo lo perdonó, sino que miró más allá de él y vio el sacrificio perfecto de su Hijo en la cruz. Allí, en el Calvario, Jesús llevó nuestros pecados sobre su cuerpo. Fue hecho pecado por nosotros. Pagó nuestra deuda con su sangre. Gracias a su entrega, el río de la gracia y la fuente del perdón siguen fluyendo hoy para ti y para mí. Pero aquí está el peligro: Satanás intentará engañarte. Te susurrará que no tienes de qué arrepentirte o, peor aún, que lo que hiciste es demasiado grave para recibir el perdón de Dios. No le creas. Dios dice otra cosa. Su gracia sigue disponible. No importa lo que hayas hecho, Él está esperando con los brazos abiertos. Corre a Él hoy.
Señor, gracias porque en Jesús encuentro el perdón que nunca podría ganar por mí mismo. Dame un corazón humilde para arrepentirme y descansar en tu gracia. En Jesús, Amén.