2 Samuel 12:1-12
CUANDO DIOS NOS CONFRONTA
“Entonces Natán le dijo: —¡Tú eres ese hombre!”. 2 Samuel 12:7
Los meses pasaron. Betsabé estaba a punto de dar a luz y David seguía guardando las apariencias, convencido de que su pecado había quedado atrás. Pero el pecado siempre sale a la luz. Y cuando Dios decide confrontarnos, lo hace con precisión. Por eso envió a Natán. Un hombre de Dios con un mensaje y una misión difícil: enfrentar al rey en la cima de su poder y revelar lo que creía haber enterrado.
Natán no llega con acusaciones directas. Dios conoce el corazón humano y sabe que el pecado adormece la conciencia. Así que el profeta cuenta una historia: Un hombre rico con muchas ovejas y ganado recibe una visita. Pero en vez de tomar una de sus muchas ovejas para alimentar a su invitado, le roba la única oveja a un hombre pobre, una oveja que era como parte de su familia.
David se llena de ira. ¡Ese hombre merece la muerte! dice, sin darse cuenta de que se está condenando a sí mismo. Entonces, Natán lo mira a los ojos y pronuncia las palabras que cambiarían todo: “¡Tú eres ese hombre!”. El rey quedó expuesto. Se vio a sí mismo como Dios lo veía. Su pecado ya no era una historia oculta, sino una traición flagrante delante del cielo. Pero en lugar de justificarse, se humilló, confesó su pecado y encontró perdón en Dios. ¿Qué harás cuando Dios te diga “Tú eres ese hombre”? ¿Seguirás justificando tu pecado o correrás a los brazos del Padre?
Bendito Dios, si mi corazón está anestesiado por el pecado, despiértame. No quiero esconderme, quiero ser restaurado por Ti. En Cristo, Amén.