09 de junio del 2025
2 Samuel 7:12-17
EL TRONO QUE NO SERÁ REMOVIDO
“Él me construirá un templo, y yo afirmaré su reino para siempre”. 2 Samuel 7:13
El pacto de Dios con David fue el punto culminante de su reinado. Una promesa inquebrantable, no basada en la fidelidad del hombre, sino en la fidelidad de Dios. Dios sabía que los descendientes de David fallarían. Sabía que Judá enfrentaría disciplina, que la ciudad sería destruida, que el templo sería reducido a escombros y que su pueblo lloraría en el exilio. Y así fue. Todo parecía perdido. Pero Dios no olvida sus promesas. No solo hizo regresar a su pueblo, sino que cuando llegó el tiempo señalado, Dios cumplió Su mayor promesa. “Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo…” (Gálatas 4:4). El Dios eterno, infinito, sin límites… se hizo hombre. Aquel que los cielos no pueden contener, vino a habitar entre nosotros. El Soberano del universo tomó forma de siervo y nació en un pesebre. Pero Su trono no está en la tierra. Su reino no es temporal. “Su poder será siempre el mismo, y su reino jamás será destruido” (Daniel 7:14). Los reinos de este mundo se levantan y caen. Pero el trono de Cristo permanece para siempre. Ahora dime… ¿Conoces al Hijo de David? ¿Lo has reconocido como Rey de tu vida? ¿Has doblado tus rodillas ante Él? Porque un día, toda rodilla se doblará. Toda lengua confesará que Él es el Señor. Y Su gloria llenará la tierra como las aguas cubren el mar. El Rey ya vino. El Rey reina. Y un día, el Rey volverá.
Gracias, oh Dios, por tu misericordia. Quiero reconocerte como mi Rey y Señor. Ayúdame a llevar tu nombre a donde de vaya y a ser bendición para tu reino. En Jesucristo, amén.
Tenemos la gran alegría de presentar a nuestros lectores el Cada Día de junio de 2025. Durante este mes, hablaremos de los altibajos de la vida de David, rey de Israel. El hombre conforme el corazón de Dios, ungido por Dios, pastor de ovejas, compositor de salmos, arpista, guerrero y conquistador, después de alcanzar la cima del poder, se desliza desde la cima de la pirámide hacia las profundidades del pecado. David codicia a la mujer de su prójimo, comete adulterio con ella, miente a su familia, engaña a la nación, mata al marido de la mujer, se casa con la viuda y disimula ante todos. David ve cómo su familia se desintegra, su reino se debilita y su vigor se agota. Pero David se arrepiente, llora, confiesa su pecado y recibe el perdón de Dios. David convirtió sus penas más profundas en salmos de lamento y sus alegrías más puras en salmos de alabanza. Leamos ahora sobre los altibajos de este hombre llamado “el dulce salmista de Israel”.
Hernandes Dias Lopes
El Rev. Lopes está casado con Udemilta y viven en Sao Paulo Brasil en compañía de sus dos hijos. El pastor Hernandes viaja alrededor del mundo para predicar y enseñar la Biblia.