31 de mayo del 2025
1 Timoteo 1:1,12-17
LA FELICIDAD DE LA ESPERANZA
“Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, nuestra esperanza”.1 Timoteo 1:1
La esperanza es el faro que ilumina nuestro camino; es el oxígeno que nos sostiene en nuestro viaje; es el hermoso paisaje que se mira en el horizonte. Para quienes conocen a Cristo, la esperanza es un componente esencial de su viaje, porque Cristo mismo es nuestra esperanza. La desesperanza es, por eso, una marca de aquellos que no conocen a Dios. El apóstol Pablo dice que debemos regocijarnos en la esperanza. No debemos vivir como los que no tienen esperanza. No debemos rendirnos a la desesperación, como si la vida fuera solo el aquí y el ahora. Si nuestra esperanza se limita a esta vida solamente, somos los más infelices de los hombres. No diferimos en mucho de los animalitos que viven solo para comer y beber. Nuestro futuro, sin embargo, no es incierto. No vamos con rumbo a lo desconocido. Nuestro final no es una tumba cubierta de hielo y polvo. El ocaso de nuestra vida no es una noche oscura, sino una mañana llena de luz. Caminamos hacia la gloria. Caminamos al cielo. Caminamos hacia la felicidad eterna. Nuestra esperanza no es una ilusión, sino una persona. ¡Nuestra esperanza es Jesús! Por eso, para quienes creemos en él, la vida es una preparación para el encuentro glorioso y maravilloso con nuestro Salvador. Y esa esperanza nos llena de energía en el presente, y nos ayuda a aferrarnos a Jesús y a sus promesas.
Dios eterno, sólo con los ojos puestos en Jesús es posible gozar de una esperanza que no se acaba con el tiempo ni con la muerte. Por eso te agradezco en el nombre de Jesús, amén.
Jesús llama a sus seguidores a dar frutos espirituales. En cierto modo, dice, que podemos hacerlo como una vid cuidada con esmero da fruto para un jardinero, y esto será para gloria de su Padre. Como los sarmientos de una vid, no podemos dar fruto por nosotros mismos, pero si permanecemos unidos a Él, su vida permanecerá en nosotros y seguiremos dando fruto (Juan 15:1-8). Este mes nos centraremos en los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Por medio del Espíritu Santo, que nos mantiene conectados al amor vivificante de Cristo, podemos producir frutos que glorifican a Dios de todas las maneras posibles, y en una abundancia que no podríamos imaginar. Y a medida que nuestras vidas se vuelven más fructíferas, somos atraídos a una comunión más dulce con nuestro asombroso y trino Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
George Koopmans
George Koopmans es capellán en el Medicine Hat College en Alberta. Fue pastor de una congregación en Minnesota (Luverne) y otra en Medicine Hat. George y su esposa, Emily, tienen cuatro hijas adultas y tres nietos.