1 Timoteo 1:1,12-17
LA FELICIDAD DE LA ESPERANZA
“Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, nuestra esperanza”.1 Timoteo 1:1
La esperanza es el faro que ilumina nuestro camino; es el oxígeno que nos sostiene en nuestro viaje; es el hermoso paisaje que se mira en el horizonte. Para quienes conocen a Cristo, la esperanza es un componente esencial de su viaje, porque Cristo mismo es nuestra esperanza. La desesperanza es, por eso, una marca de aquellos que no conocen a Dios.
El apóstol Pablo dice que debemos regocijarnos en la esperanza. No debemos vivir como los que no tienen esperanza. No debemos rendirnos a la desesperación, como si la vida fuera solo el aquí y el ahora. Si nuestra esperanza se limita a esta vida solamente, somos los más infelices de los hombres. No diferimos en mucho de los animalitos que viven solo para comer y beber.
Nuestro futuro, sin embargo, no es incierto. No vamos con rumbo a lo desconocido. Nuestro final no es una tumba cubierta de hielo y polvo. El ocaso de nuestra vida no es una noche oscura, sino una mañana llena de luz. Caminamos hacia la gloria. Caminamos al cielo. Caminamos hacia la felicidad eterna. Nuestra esperanza no es una ilusión, sino una persona. ¡Nuestra esperanza es Jesús! Por eso, para quienes creemos en él, la vida es una preparación para el encuentro glorioso y maravilloso con nuestro Salvador. Y esa esperanza nos llena de energía en el presente, y nos ayuda a aferrarnos a Jesús y a sus promesas.
Dios eterno, sólo con los ojos puestos en Jesús es posible gozar de una esperanza que no se acaba con el tiempo ni con la muerte. Por eso te agradezco en el nombre de Jesús, amén.