Juan 19:17-42
EL PARAÍSO RECUPERADO
“En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía no habían puesto a nadie”.
Juan 19:41
¿No te llama la atención algunos de los lugares clave en la pasión de Cristo? Su camino comienza en el huerto de Getsemaní y culmina en otro huerto, donde se encuentra la tumba en la que fue sepultado. Esto parece señalar un paralelismo intencional con otro huerto significativo en la historia bíblica: el Edén.
A través de su muerte y resurrección, Jesús restaura la comunión perdida entre la humanidad y Dios. Nos devuelve a una relación directa, sencilla y plena, como la que existía antes de la desobediencia de Adán y Eva. En Cristo, el paraíso perdido es recuperado, y en Él volvemos a disfrutar del diálogo íntimo con nuestro Creador.
Era un sepulcro nuevo, un lugar donde nunca antes habían entrado el deterioro ni la descomposición. Esto lo convertía en un sitio adecuado para recibir el cuerpo del Señor. Al mismo tiempo, la pureza de ese lugar reflejaba de manera perfecta la dignidad y santidad de Cristo, quien, incluso en su muerte, permaneció sin mancha. Como dijo Charles Spurgeon: “Cuando Cristo nació, yació en un vientre virginal, y cuando murió fue puesto en un sepulcro virginal; durmió donde nadie había dormido aún. La razón fue para que nadie pudiera decir que había resucitado otra persona, porque nunca había sido puesto ningún otro cuerpo allí”. Es también el escenario más propicio para el triunfo más glorioso: La resurrección.
Señor, gracias por devolvernos al paraíso a través de tu Hijo Jesucristo. Ayúdanos vivir agradecidos por todas tus bendiciones. En Jesús, amén.