Jeremías 42:4-8
OBEDIENCIA A PRUEBA DE GUSTOS
“Nos guste o nos disguste su respuesta, obedeceremos al Señor nuestro Dios”.
Jeremías 42:6
La sumisión a la voluntad de Dios, aun cuando sus decisiones no sean de nuestro agrado, es un acto de fe y confianza en su sabiduría y amor hacia sus hijos. Si bien puede ser difícil aceptar ciertas situaciones o desafíos que se nos presentan, creer que Dios siempre busca nuestro bienestar nos permite encontrar paz y fortaleza en medio de la adversidad.
El modelo supremo de sumisión es Jesucristo, quien, en el Jardín de Getsemaní, se entregó completamente a la voluntad de su Padre celestial, aun sabiendo que enfrentaría un sacrificio doloroso. Su ejemplo nos enseña a confiar en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros, incluso cuando no entendamos sus caminos.
Aceptar la voluntad de Dios implica reconocer que somos tan limitados que no tenemos la capacidad de ver el panorama completo. Dios sí puede hacerlo; él ve el bosque cuando nosotros solo vemos árboles, y eso es algo que nos insta a rendirnos a su plan divino. Cuesta algo de trabajo a veces hacerlo, sobre todo cuando las pruebas y tribulaciones son parte de su plan. Cuando atravesamos una buena dosis de adversidad pensamos que algo anda mal, y hasta desconfiamos de la bondad de Dios. Pero esa no es la actitud correcta. El pasaje de hoy nos invita a obedecer a Dios, estemos de acuerdo o no, nos guste o no lo que él tiene para nosotros.
Señor Jesucristo, ayúdame a imitar tu ejemplo de sumisión a la voluntad del Padre celestial. Y concede que al hacerlo encuentre que esa voluntad es agradable y perfecta. Amén.