Mateo 26:18-30
LA CENA DEL SEÑOR
“Tomen y coman, esto es mi cuerpo”.
Mateo 26:26
Jesús celebró una última comida ceremonial con sus discípulos. La llamamos la “Última Cena”. En la mesa con ellos tomó el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo”. Luego tomó una copa, dio gracias y se la pasó a los discípulos, diciendo: “Beban todos ustedes de esta copa, porque esto es mi sangre… sangre que es derramada en favor de muchos para perdón de sus pecados”.
En la iglesia celebramos esta comida del nuevo pacto partiendo el pan y bebiendo vino juntos en memoria de Jesús. La llamamos la “Cena del Señor”. Esta comida reemplaza la Pascua judía. Ya no hay necesidad de traer un cordero al altar, porque Cristo es el Cordero de Dios, sacrificado una vez por todos para quitar el pecado del mundo. Ya no hay necesidad de rociar la sangre de un cordero en los marcos de las puertas, porque por la fe recibimos los beneficios de la sangre de Cristo, que nos limpia de todo pecado.
Cristo es nuestro Cordero pascual. A él señalaron los patriarcas y los profetas. Él fue la esperanza de nuestros padres espirituales y el contenido de la predicación de los apóstoles. Cristo es el Cordero de Dios sin mancha, el pan vivo bajado del cielo. ¡Con su cuerpo y su sangre, cumplió todos los requisitos de la ley de Dios, liberándonos de la esclavitud y la tiranía del pecado y la muerte para siempre!
¡Cordero de Dios, en ti encontramos liberación, salvación en una vida nueva, plena y gratuita! Sé exaltado en nuestras vidas cada día. Amén.