2 Crónicas 26:1-23
EL PESO DE LA FAMA
“Pero cuando se afirmó en el poder, se volvió orgulloso, lo cual fue su ruina. Fue infiel al Señor su Dios”.2 Crónicas 26:16
¿Le sorprende escuchar que los hijos de Dios no son inmunes al peso de la fama y el poder? Podemos pensar que, al tratarse de un rey, las prerrogativas de un cargo así tientan a cualquiera a ensoberbecerse, y es cierto. Pero el rey Uzías había sido una persona piadosa a lo largo de su vida, con buenos consejeros a su lado, y, aun así, no resistió al peso de la vanidad. Lo que no debe sorprendernos es darnos cuenta del triste final que espera a una persona que elige este camino.
El deseo de alcanzar fama y poder es muy humano y no muestra señales de perder vigor. Muchas personas dedican su vida a conseguirlas y están decididas a todo con tal de alcanzar su propósito. No les importa enfrentar desafío alguno, y tampoco pasar por encima de otros en caso de ser necesario. Y en este tiempo ya no se necesita de costosas campañas publicitarias ni de mucho talento para alcanzar la fama o conseguir algo de poder. Esto es algo que puede corroborar con un vistazo rápido a las redes sociales. Nos hemos vuelto adictos a los likes y a las muestras de atención.
La historia del rey Uzías es un recordatorio oportuno de los peligros de la fama. El tentador sabe que en nuestros corazones aún imperfectos residen semillas de orgullo y vanidad. Pero Dios nos ha dado el poder para que, con el fruto del Espíritu, la gloria la demos a Dios y no a nosotros.
Señor Jesús, ayúdanos a desarrollar un corazón humilde que semejante al tuyo y te glorifique. Amén.