Juan 8:31-47
“Jesús les dijo: Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado”. Juan 8:34
“Jesús les dijo: Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado”. Juan 8:34
Es difícil aceptar que en nuestro tiempo podamos ser esclavos de algo o de alguien. Pero sucede todavía, si no fuera así la palabra “liberación” no sería el mantra de tantos movimientos actuales. Pero ya hace mucho tiempo Jesucristo señaló la raíz del problema: el pecado. El pecado es la rebelión contra Dios y sus mandamientos (1 Juan 3:4). Es un rechazo obstinado hacia Dios, sus obras y su reino.
Piense en el caso de los judíos del tiempo de Jesús. Ellos estaban convencidos de ser hijos de Dios, pero el trato que dieron a Jesús mostraba algo distinto. Su intención de asesinar a Jesús delataba una filiación distinta: “El padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere” (Juan 8:44). Y aunque Jesús les insiste que reconozcan sus pecados y clamen por misericordia, ellos no pueden aceptar este veredicto y persisten en su rebelión.
Así como a los judíos les costó trabajo aceptar su realidad, lo mismo ocurre con nosotros. No nos gusta que se nos hable del pecado y de Satanás. Pero su presencia puede percibirse en la forma en que mucha gente sigue atada a placeres mundanos, temores paralizantes, dudas irracionales, metas inalcanzables, religiosidad vana, entre muchas otras cosas. La solución sigue siendo una: “si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres” (Juan 1:36).
Señor Jesús, líbrame del pecado y sus consecuencias. Quiero vivir en libertad para servirte cada día. Gracias por tu obra salvadora, Amén.