Lucas 1:18-25
EN ESPERA DE LA BENDICIÓN
“Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga…”
Lucas 1:20
¿Alguna vez has arruinado un momento que esperabas fuera especial? Tal vez por un comentario de mal gusto en una cita de trabajo, o un error garrafal en un examen de admisión, es fácil echar a perder una oportunidad increíble. En el caso de Zacarías, el sacerdote, la metida de pata le ocurre en el momento del anuncio de que va a ser padre. Él no da crédito a lo que Dios le dice. Su pregunta es: “¿Cómo puedo estar seguro de esto?”. Es la misma pregunta que Abraham plantea en Génesis 15:8 cuando pidió una señal de Dios. La señal que recibe Zacarías, sin embargo, es que estará con la lengua atada hasta que nazca su hijo.
¿Por qué Dios elige el silencio como la señal para Zacarías? Bueno, si tuvieras una oportunidad de dar un vistazo al patio del templo encontrarías a un grupo nutrido de adoradores que esperan a que Zacarías reaparezca. Se supone que el sacerdote regresa a los escalones del santuario y pronuncia la bendición sobre los adoradores. Pero Zacarías no puede dar esa bendición. Cuando sale del templo, aturdido, todo lo que puede hacer es hacer movimientos con las manos.
Tuvieron que pasar más de nueves meses para que Zacarías pudiera volver a pronunciar una palabra. ¿Y qué fue lo que dijo? Él “habló bendiciendo a Dios”, porque el Señor ha visitado y redimido a su pueblo. ¡Esa sí que es una gran bendición!
Señor, gracias por bendecirnos y guardarnos; gracias porque tu rostro brilla sobre nosotros y nos concedes tu paz. Te agradecemos, en el nombre de Jesús, nuestro Salvador, Amén.