Jeremías 10:1-16
EL REMEDIO CONTRA LA SUPERSTICIÓN
“El Señor dice: No sigan el ejemplo de otras naciones
ni se dejen asustar por las señales del cielo, como esas naciones lo hacen”.Jeremías 10:2
El ser humano es un ser religioso. La necesidad de poner su confianza en algo corre por sus venas. A veces sus creencias tienen su origen en un grupo religioso; en otras, son parte de la cultura y tradición, y hay hasta quienes deciden crear una espiritualidad a su gusto y medida. Pero ¿cómo podemos estar seguros de que nuestra fe o creencia es verdadera o falsa?
Ante la necesidad de explicar la causa de los acontecimientos y la necesidad de manipularlos en nuestro favor los antiguos se inclinaron a la superstición. Le atribuían poderes a ciertos hechos o cosas inanimadas, pues consideraban que éstos tenían relación con la buena o la mala suerte. Todavía algunas de estas creencias persisten, como vaciar accidentalmente un poco de sal sobre la mesa, romper un espejo o pasar por debajo de una escalera. Muchas personas se siguen cuidando de estas cosas con tal de impedir que la mala suerte entre a sus hogares.
La religión bíblica se opone rotundamente a este tipo de prácticas. La fe de los pueblos vecinos descansaba en figuras talladas o elementos de la naturaleza. Los Israelitas debían confiar en Dios, el Creador y no en las cosas creadas. Y también la iglesia debe confiar plenamente en la revelación de Dios en Jesucristo. La superstición es vana y engañosa, pero el conocimiento del Dios verdadero libera.
Oh Dios, gracias por revelarte a nosotros por medio de tu Palabra. Ayúdanos a conocerte más cada día. En Jesús, Amén.