Génesis 47:28-31
ANHELO DE HOGAR
“¡Por favor, no me entierres en Egipto!”.Génesis 47:29
Llega un momento en la vida en el que necesitamos saber dónde está nuestro verdadero hogar. Durante muchos años, Jacob fue un vagabundo. Aun cuando se estableció en un lugar por largo tiempo, no se sentía como en casa (Génesis 29:25). Y cuando finalmente parecía tener un lugar fijo, llegó la invitación de mudarse a Egipto, de su hijo que creía perdido.
Sería comprensible si Jacob hubiera renunciado a la esperanza de tener un hogar y dejado que las circunstancias determinaran su destino. Sin embargo, ya a punto de morir llama a su hijo José a quien hace jurar que llevarán sus restos a la tierra prometida. Es como si les dijera: “Nunca olviden dónde está su hogar”. La vida en Egipto es hermosa, pero no es el lugar donde Dios ha prometido bendecirlos de manera permanente. La obra de Dios tiene que seguir adelante y eso significa que no deben enamorarse de las fértiles tierras egipcias.
Como creyentes en Jesucristo estamos expuestos también a caer en una zona de confort. Un trabajo bien remunerado, un ministerio exitoso, una comunidad de fe amigable pueden convertirse en una tentación para pensar que Dios ha concluido su obra en nosotros. Para Israel, los restos de Jacob en Egipto serían un recordatorio constante de que ese lugar no es su verdadero hogar. Los creyentes tenemos en la santa cena la promesa de que lo mejor aún está por venir.
Señor Jesús, gracias por entregarte por nosotros para que podamos tener el hogar que nos has preparado. Que nuestras vidas reflejen que nuestro verdadero hogar está contigo. Amén.