Génesis 31:22-44
EL REMEDIO CONTRA LA INJUSTICIA
“Jacob se enojó y le reclamó a Labán con estas palabras: ¿Qué falta cometí?”.Génesis 31:36
La mayoría de nosotros aprendemos desde pequeños que hay personas difíciles en las que no se puede confiar. El suegro de Jacob, Labán, era una persona así. Tal vez sorprenda escuchar que Jacob tenga que escaparse de la casa de su suegro, pero es fácil entenderlo al enterarnos cómo era su vida allí.
Esto no quiere decir que Jacob mismo fuese inocente del todo. Es cierto que ahora le ha tocado sufrir las triquiñuelas de su suegro, pero él ya antes había engañado a su propia familia. Su esposa Raquel también robó los “dioses del hogar” de su padre, y tuvo que mentir para no ser descubierta. Al dejar salir a la luz veinte años de amargura reprimida contra Labán, Jacob hace una declaración importante: “De no haber estado conmigo el Dios… que adoraba mi padre Isaac”. Poco a poco, Jacob comienza a reconocer su necesidad de la presencia de Dios, y su incapacidad para manipular las cosas a su antojo.
¿Le sorprende la manera en que Dios usa la injusticia de Labán para mostrar a Jacob la importancia de su presencia? Por supuesto que es desagradable tratar con personas difíciles, pero en nuestro trato con ellas podemos aprender de la paciencia y la misericordia que Dios tiene con nosotros. Él no nos deja solos, sino que por medio de su Espíritu nos protege de los efectos de los pecados de los demás, y de los nuestros.
Protégenos, Dios todopoderoso, de los designios de las personas que nos hacen daño. Sálvanos también de nuestros propios caminos engañosos, por amor de Jesús. Amén.