07 de junio del 2023
1 Crónicas 4:9-10
PIDIENDO CON CONFIANZA
“Jabes oró al Dios de Israel, diciendo: Te ruego que me des tu bendición y un territorio muy grande”. 1 Crónicas 4:10
Dudo mucho que usted conozca a alguien cuyo nombre sea “dolor” o “tristeza”. ¿Por qué los padres se decidirían por un nombre que puede marcar de por vida a un hijo? Pues en la Biblia sí sucede, con una persona llamada Jabes, una palabra hebrea que significa “dolor”. Fue su madre quien le dio ese nombre, porque como el pasaje mismo explica, ella “lo dio a luz con dolor” (1 Cron. 4:9). Pero un nombre así no auguraba un futuro prometedor. Sin embargo, Jabes no permitió que su nombre determinara su destino. Aunque la Biblia habla de él en dos versículos solamente, destaca en ellos la fama y el prestigio que él adquirió dentro de la familia. ¿Sería descabellado pensar que el giro que su vida dio se debió a su relación con el Dios viviente? Piense en el motivo por el que es recordado y que lo ha vuelto popular en nuestro tiempo: su oración pidiendo la bendición de Dios. Mucha gente se apunta para replicar el contenido de esta oración, pero pocos para desarrollar una vida de oración. Los creyentes contamos con una preciosa promesa acerca de la oración. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7-8). Dios seguramente nos dará su bendición y nos permitirá ser también bendición a otros.
Santo y Eterno Dios, enséñame a pedir y esperar tu respuesta en el momento oportuno. En el nombre de Jesús, amén.
Nuestro Dios no es alguien distante, que, como muchos piensan, se queda allí en el alto del cielo, sentado en su trono, como un espectador que todo lo ve. ¡No! Nuestro Dios es un Dios que se relaciona, y la forma más significativa que tenemos para comunicarnos con Él es a través de la oración. A diferencia de Moisés, que habló con Dios cara a cara, nosotros tenemos la oportunidad de hacernos escuchar por el Creador a través de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Algunos hombres y mujeres tuvieron el honor de estar en persona con Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, pero muchos lo ignoraron a él y a otros. ¿Cuándo oras y cuántas veces lo haces? ¿Solo en las ocasiones en que te reúnes en la iglesia? ¿Cada vez que enfrentas dificultades o necesitas tomar una decisión? Adquiera el hábito de hablar con Dios diariamente. Haga de su vida sinónimo de oración y las respuestas que escuchará del Dios de la vida le sorprenderán.
Edison Souza
Periodista y Presbítero en La Iglesia Presbiteriana de Campinas, São Paulo, Brasil.