03 de junio del 2023
Mateo 5:43-48
UNA TAREA DIFÍCIL
“Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen”.Mateo 5:44
No es fácil desear el bien a la persona que nos hace daño o ansía nuestro mal. Por eso, los intérpretes de la ley judía del tiempo de Jesús limitaron el mandato del amor al prójimo solo a quienes nos hacen el bien. Jesús, por el contrario, recupera el verdadero sentido de este mandamiento y al incluir al enemigo como nuestro prójimo nos coloca ante una difícil tarea. Amar a nuestro enemigo incluye orar por ellos. En ese momento íntimo de comunicación con el Padre celestial no podemos permitir que el rencor y el deseo de venganza hacia otros estorben nuestra oración. Una actitud así no refleja el carácter de un Dios que hace salir el sol sobre malos y buenos. Hay un texto en Internet que dice que puedes hacer cosas buenas por tus enemigos sin ningún deseo genuino de que las cosas les vayan bien. Sin embargo, la oración por ellos es un acto de intercesión que se lleva a cabo en la presencia de Dios, que conoce nuestros corazones. Aquí es donde reside el verdadero amor por aquellos que nos oprimen. Oremos para que ellos se arrepientan, y no sigan haciendo más daño. Nuestro ejemplo a seguir es Jesús, quien en la cruz dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Jesús nos llama a reflejar un verdadero cambio de vida. Respondamos, pues, al llamado del Señor de la Gloria.
Perdón, Señor, por las veces que deseé el mal a mis enemigos. Enséñame a vivir la plenitud de tu amor. Amén.
Nuestro Dios no es alguien distante, que, como muchos piensan, se queda allí en el alto del cielo, sentado en su trono, como un espectador que todo lo ve. ¡No! Nuestro Dios es un Dios que se relaciona, y la forma más significativa que tenemos para comunicarnos con Él es a través de la oración. A diferencia de Moisés, que habló con Dios cara a cara, nosotros tenemos la oportunidad de hacernos escuchar por el Creador a través de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Algunos hombres y mujeres tuvieron el honor de estar en persona con Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, pero muchos lo ignoraron a él y a otros. ¿Cuándo oras y cuántas veces lo haces? ¿Solo en las ocasiones en que te reúnes en la iglesia? ¿Cada vez que enfrentas dificultades o necesitas tomar una decisión? Adquiera el hábito de hablar con Dios diariamente. Haga de su vida sinónimo de oración y las respuestas que escuchará del Dios de la vida le sorprenderán.
Edison Souza
Periodista y Presbítero en La Iglesia Presbiteriana de Campinas, São Paulo, Brasil.