Lucas 17:11-19
ORANDO Y DANDO GRACIAS
“Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió…, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano”.Lucas 17:15-16
“La satisfacción de encontrar un solo agradecido compensa las amarguras de muchas ingratitudes”, dice un escritor español. No sé si él haya leído el relato de la curación de los diez leprosos, pero su frase describe, aunque sea parcialmente, lo que ocurre en este pasaje. Solo uno de ellos, el menos esperado, un extranjero, regresó a darle gracias al Señor por devolverle la salud. Y el Señor no pasó por alto la ingratitud de los demás. “¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?”.
No sabemos exactamente por qué los otros nueve sanados no volvieron para mostrar su gratitud a Jesús. Tal vez pensaron que era mejor ir al sacerdote para confirmar su limpieza de la enfermedad. O en la emoción del momento, prefirieron disfrutar de la compañía de su familia de la cual se habían separado al haber contraído la enfermedad. Lo que sí sabemos es que fueron sanados del cuerpo, pero no del alma. Solo el leproso sanado que regresó a Jesús escuchó estas palabras: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.
¿Qué importancia le da usted a la gratitud en su vida de oración? El apóstol Pablo nos exhorta a perseverar “en la oración, velando en ella con acción de gracias”. Es más fácil acercarnos a Dios con un pliego de peticiones que con un corazón agradecido. Y si piensa que Dios no se da cuenta de nuestra ingratitud, recuerde la historia de estos leprosos.
¡Te pido, que mi ejemplo de vida, de oración y gratitud motive a otras personas a buscarte, Señor Jesús! Amén.