26 de junio del 2023
Salmos 51:1-19
LA ÚNICA ESPERANZA
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.Salmo 51:10
El salmo 51 es uno de los pasajes con los que en algún momento nos hemos identificado. Es la oración de un héroe caído, en las horas más oscuras y dolorosas de su vida. Se trata de David, el gran rey de Israel, quien en cada verso abre su corazón ante Dios y nos permite ver los estragos que el pecado causa en la vida del hombre. Una tarde de ocio lo llevó a caer en adulterio con la mujer de uno de los generales de su ejército. Y este horrible incidente desencadenó una serie de acontecimientos fatales que provocaron la ira de Dios. Si la caída estrepitosa de David nos sirve de advertencia, la forma en que él busca el perdón de Dios en este salmo nos sirve de modelo. Una vez descubiertas sus faltas, él no intenta ocultarlas, sino se entrega a la única esperanza para remediar su condición: la misericordia divina. El pecado quita el gozo y la alegría, pero quienes conocen a Cristo saben una verdad inalterable: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh, Dios”. Es posible que en este momento necesites hacer tuyo este salmo. Si intentas ignorar tu condición, o confesar de manera superficial, no te servirá de nada. Y no olvides que cuentas con un abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo. Solo el verdadero arrepentimiento permite que el gozo genuino regrese a tu vida.
Gracias, oh, Dios, por concedernos un Sumo Sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades. Te agradezco por Cristo, amén.
Nuestro Dios no es alguien distante, que, como muchos piensan, se queda allí en el alto del cielo, sentado en su trono, como un espectador que todo lo ve. ¡No! Nuestro Dios es un Dios que se relaciona, y la forma más significativa que tenemos para comunicarnos con Él es a través de la oración. A diferencia de Moisés, que habló con Dios cara a cara, nosotros tenemos la oportunidad de hacernos escuchar por el Creador a través de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Algunos hombres y mujeres tuvieron el honor de estar en persona con Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, pero muchos lo ignoraron a él y a otros. ¿Cuándo oras y cuántas veces lo haces? ¿Solo en las ocasiones en que te reúnes en la iglesia? ¿Cada vez que enfrentas dificultades o necesitas tomar una decisión? Adquiera el hábito de hablar con Dios diariamente. Haga de su vida sinónimo de oración y las respuestas que escuchará del Dios de la vida le sorprenderán.
Edison Souza
Periodista y Presbítero en La Iglesia Presbiteriana de Campinas, São Paulo, Brasil.