18 de junio del 2023
Lucas 1:46-56
ORAR TAMBIÉN ES EXALTAR
“Mi alma alaba la grandeza del Señor; mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador”.Lucas 1:46
En la Biblia encontramos diversas formas de oración. En el libro de los Salmos encontramos muchas oraciones de súplica y de lamento ante el dolor y la maldad humana. El apóstol Pablo nos enseña el poder de la oración intercesora. Tal vez la oración más frecuente sea la de petición, que tiene su lugar en la vida cristiana. Pero no olvidemos las oraciones de acción de gracias y de exaltación que reconocen que toda buena dádiva desciende de lo alto. Éste es el caso del "Cántico de María" o "Magnificat" registrado en el Evangelio de Lucas. “Magnificat” significa “engrandecer”. Por medio de esta oración María alaba la grandeza del Señor y que ella puede testificar al ver lo que he hecho en la vida de su sierva. Y vaya que el Señor había sido espléndido con ella. De entre todas las mujeres ella fue la escogida para portar en su vientre al Hijo de Dios, al Salvador del mundo. ¿Sabe qué es lo que más me llama la atención de su oración? El espíritu de humildad que se refleja en cada una de sus líneas. María no busca poner los reflectores en su buena disposición para aceptar el plan divino. Es Dios quien ha hecho “grandes cosas” en su vida y quien debe ser exaltado. ¿Has reconocido hoy la grandeza del Señor y su bondad para tu vida? Él puede hacer proezas con su brazo a cada momento en la vida de los humildes.
Dios eterno, exalto tu nombre, y me pongo a tu servicio para que hagas maravillas en mi vida. En Cristo, amén.
Nuestro Dios no es alguien distante, que, como muchos piensan, se queda allí en el alto del cielo, sentado en su trono, como un espectador que todo lo ve. ¡No! Nuestro Dios es un Dios que se relaciona, y la forma más significativa que tenemos para comunicarnos con Él es a través de la oración. A diferencia de Moisés, que habló con Dios cara a cara, nosotros tenemos la oportunidad de hacernos escuchar por el Creador a través de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Algunos hombres y mujeres tuvieron el honor de estar en persona con Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, pero muchos lo ignoraron a él y a otros. ¿Cuándo oras y cuántas veces lo haces? ¿Solo en las ocasiones en que te reúnes en la iglesia? ¿Cada vez que enfrentas dificultades o necesitas tomar una decisión? Adquiera el hábito de hablar con Dios diariamente. Haga de su vida sinónimo de oración y las respuestas que escuchará del Dios de la vida le sorprenderán.
Edison Souza
Periodista y Presbítero en La Iglesia Presbiteriana de Campinas, São Paulo, Brasil.