21 de marzo del 2023
Salmo 121:1-8
¿CÓMO ES TU DIOS?
“Mi ayuda vendrá del Señor, creador del cielo y de la tierra” Salmos 121:1
¿Cuál es tu percepción acerca de Dios? ¿Es una que surge de las páginas de la Biblia o de las cosas que has oído? Es una pregunta importante porque solo una idea correcta de Dios puede confrontar las imágenes falsas o imperfectas que podemos tener acerca de él. ¿Piensas en Dios como papá Noel, aquella imagen del viejecito con barba blanca, bondadoso, condescendiente y completamente inofensivo? ¿Piensas en Dios como un ser tierno y frágil, demasiado dulce como para tomar en serio tus aflicciones y consolarte? ¿Acaso piensas en Dios como aquel fiscal severo y enérgico que vigila atento todo, con el afán de encontrarte cometiendo alguna falla para castigarte? ¿Un dios de mano pesada, que no considera la fragilidad humana y le castiga con más de lo que puede soportar? Si piensas así de Dios jamás podrás encontrar paz y alivio a tu dolor. En cambio, el Dios verdadero, que se revela a nosotros en las páginas de la Biblia, es el Creador de los cielos y la tierra. Es un Dios que no descansa de día ni de noche, y una fuente inagotable de energía para nuestra alma. Él es el poderoso Dios que, a la vez que posee el poder de controlarlo todo, nos ama profundamente. Aunque es el soberano del mundo, también es nuestro padre. Sublime, personal y cercano es el Dios que nos acompaña en todo tiempo.
Padre, ayúdame a conocerte mejor y a tener una imagen correcta de ti, para confiar siempre en ti. En Jesús, amén.
Las crisis que nos llegan al alma son gigantescas. Presiones externas y temores in- ternos conspiran en nuestra contra sin cesar. Vivimos acosados por amenazas reales y también por amenazas ficticias. La vida no se da sin dolor. Nuestros caminos no están llenos de flores. No pisamos alfombras de terciopelo. Nuestra jornada se da por caminos espinosos. Sangran nuestros pies. Nuestra alma se arquea afligida. Nuestro cuerpo tiembla. Nuestras lágrimas revientan en nuestros ojos. Nos sentimos frágiles e impotentes, a veces, incluso sin fuerzas para seguir. En esos momentos necesitamos consuelo. No el consuelo superficial que viene de la tierra, sino el consuelo robusto que emana del cielo. Esta serie de reflexiones está basada en mi experiencia en el ministerio de consolación. Escribo desde el calor de la batalla, donde la gente llora, sangra y desesperadamente tiene que oír una palabra de esperanza. ¡Lee este devocionario con la sed del alma y recibe, también, un mensaje de consuelo!
Eleny Vassão
Sirve de capellán en un hospital. Es escritora, conferencista, y directora del Consejo Presbiteriano de capellanes.