Lamentaciones 3:21-25
SOLO UNA COSA
“Pero una cosa quiero tener presente y poner en ella mi esperanza”Lamentaciones 3:21
El profeta Jeremías fue testigo ocular de la destrucción de Jerusalén. Vio la ciudad rodeada y saqueada por sus enemigos. Vio el templo de Jerusalén quemado y la gente de la ciudad pasada al filo de espada. Hubo llanto y dolor; gemidos y lamentos. Los ancianos fueron pisoteados por las botas de los soldados caldeos y los niños arrastrados por las calles como barro. Las jóvenes fueron forzadas y las madres lloraban por sus hijos. El cuadro era de total desolación.
El profeta lloró amargamente ante esta realidad dolorosa. Llegó, sin embargo, un momento en que decidió dejar de guardar en su pecho su dolor. Dejó de alimentar su alma de ajenjo y buscó en los archivos de la memoria lo que podría darle esperanza. Jeremías tomó la decisión de empezar de nuevo. Aquellos que alimentan el alma solo con recuerdos amargos se enferman. Aquellos que no se liberan del pasado y no ponen un pie en el camino del nuevo comienzo terminan siendo vencidos por el dolor.
Como Jeremías, es importante tomar una decisión: traer a nuestra memoria lo que puede darnos esperanza. La única esperanza que tenemos es la misma que consoló a Jeremías: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová” (Lam. 3:22-24).
Señor, ayúdame a mirar más allá de mis emociones, y a confiar en Tu Palabra, ¡que me consuela el alma! En el nombre de Jesús, amén.