20 de marzo del 2023
Filipenses 4:10-20
APRENDIENDO A VIVIR BIEN
“A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece”.Filipenses 4:13
¿Ha escuchado acerca de los campos de concentración nazi? Fueron campos creados por el régimen de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Tenían el objetivo de castigar, o eliminar a la oposición, principalmente a la raza judía. El Dr. Viktor Frankl, neurólogo judío-alemán, sobrevivió a tres campos de concentración. De esa experiencia aprendió observando a sus compañeros. Débiles y desnutridos, muchos de ellos caminaban hacia la muerte. Otros, conservando aún su dignidad, recorrían los alojamientos consolando a sus compañeros enfermos, ofreciéndoles sin dudar su último trozo de pan. El Dr. Frankl dice: “Ellos eran pocos en número, pero dieron suficientes muestras de que a un hombre se le puede quitar todo menos una cosa: la expresión última de libertad humana. El poder de decidir qué actitud tomar en determinadas circunstancias y qué camino seguir”. El apóstol Pablo también estaba en una prisión por creer en Cristo y hablar de su amor. Aunque en riesgo de morir, era capaz de decir: “Aprendí a vivir. todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Así aprendemos que no son las circunstancias de la vida las que determinan cómo debemos actuar o reaccionar. Solo podemos estar tranquilos y aprender a enfrentar las situaciones cuando conocemos a Dios y descansamos en su amor.
Enséñame Señor, el secreto de vivir contento en cualquier situación. Ayúdame a confiar en tu amor. En el nombre de Jesús, amén.
Las crisis que nos llegan al alma son gigantescas. Presiones externas y temores in- ternos conspiran en nuestra contra sin cesar. Vivimos acosados por amenazas reales y también por amenazas ficticias. La vida no se da sin dolor. Nuestros caminos no están llenos de flores. No pisamos alfombras de terciopelo. Nuestra jornada se da por caminos espinosos. Sangran nuestros pies. Nuestra alma se arquea afligida. Nuestro cuerpo tiembla. Nuestras lágrimas revientan en nuestros ojos. Nos sentimos frágiles e impotentes, a veces, incluso sin fuerzas para seguir. En esos momentos necesitamos consuelo. No el consuelo superficial que viene de la tierra, sino el consuelo robusto que emana del cielo. Esta serie de reflexiones está basada en mi experiencia en el ministerio de consolación. Escribo desde el calor de la batalla, donde la gente llora, sangra y desesperadamente tiene que oír una palabra de esperanza. ¡Lee este devocionario con la sed del alma y recibe, también, un mensaje de consuelo!
Eleny Vassão
Sirve de capellán en un hospital. Es escritora, conferencista, y directora del Consejo Presbiteriano de capellanes.