Mateo 28:1-10
NI UNA PIEDRA EN EL CAMINO
“Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella”.Mateo 28:2
La piedra más famosa de la historia no estaba en su lugar. Es un detalle que ninguno de los relatos acerca de la resurrección de Jesús pasa por alto. Su función era guardar la entrada de la tumba donde Jesús fue sepultado. No era, por cierto, una piedra cualquiera. Era una gran rueda cincelada de roca y rodada en un surco delante de la tumba. Se habrían necesitado varias personas para hacerla rodar hasta su lugar y lo mismo para volverla a quitar del camino.
Sobre este tema, el gran predicador Charles Spurgeon predicó un sermón titulado “La piedra rodada”. Allí presenta de manera vívida la imagen de las mujeres caminando hacia el sepulcro, llevando especias aromáticas, y preguntándose quién podría mover la piedra por ellas (Marcos 16:1-3).
En cierto modo, sus preguntas resumen muchas de las nuestras: ¿Cómo superaremos los mayores obstáculos de nuestra vida? En todos nuestros caminos hay enormes barreras, piedras que parecen inamovibles. ¿Quién puede moverlas por nosotros? Y, sin embargo, cuando las mujeres llegan, ¡encuentran la piedra movida y un ángel sentado sobre ella! Aquí hay algo de humor divino: no sólo la gran piedra ya no es un obstáculo, sino que es un lugar de descanso, una señal de triunfo y un cimiento para todas las bellas historias que están por venir. ¡La piedra fue removida!
Señor Jesús, haz rodar las piedras de la duda, la confusión y la oscuridad en nuestras vidas. Elimina todo lo que se interponga entre nosotros y la vida eterna. Tuya es la gloria para siempre. Amén.