28 de marzo del 2024
Lucas 22:39-46
ANGUSTIA Y AMOR
“En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre”. Lucas 22:44
Seguramente ha visto pinturas del momento en que Jesús estaba en oración en el huerto de Getsemaní. Con un rostro apacible y hasta con un halo luminoso en su rostro, tal vez no haya algo más alejado de la realidad. Al contrario, orando con angustia, Jesús le pidió a su Padre que le quitara el sufrimiento que pronto enfrentaría en la cruz por nuestro bien. Jesús oró tan fervientemente que su sudor cayó como gotas de sangre al suelo. Fue una lucha tan intensa y sin el apoyo de quienes deberían acompañarle en oración. Aun así, Jesús tomó una decisión determinante: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. En esa terrible noche, los líderes religiosos conspiraban contra Jesús mientras oraba en Getsemaní. Dirigidos por Judas Iscariote, los soldados del templo marcharon hacia el jardín para arrestar a Jesús por la fuerza. Pero Jesús, ahora dispuesto a dar su vida por nosotros, procedió voluntariamente. Jesús sabía que en la cruz tomaría nuestro lugar, llevaría el peso de todos nuestros pecados y asumiría la maldición que todos merecemos para poder rescatarnos del pecado y de la muerte. Jesús fue a la cruz no porque Judas lo traicionó por avaricia (Lucas 22:1-6), ni porque los gobernantes religiosos lo entregaron por envidia, ni porque el gobernador romano Pilato lo sentenció por cobardía (Lucas 23:1-25). ¡Jesús fue a la cruz por amor!
Bendito Señor y Salvador, sabemos que lo que te llevó a enfrentar la cruz por nosotros fue solo tu amor eterno. Que este amor llene hoy nuestros corazones y nos mueva a servirte fielmente. Amén.
El sufrimiento y la muerte de Jesús no fueron obra de la casualidad ni el resultado de un fallo en los planes de Dios. Estas cosas sucedieron según “los planes y propósitos de Dios” (Hechos 2:23). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, movidos por su asombroso amor por nosotros, los seres humanos, entraron en el pacto de redención por nuestro bien. Y aunque Jesús, el Hijo de Dios, fue crucificado, muerto y sepultado, también resucitó victorioso sobre la muerte, ascendió al cielo y ahora y ahora gobierna todas las cosas para que podamos tener una nueva vida y vivir con Dios para siempre. A lo largo de este mes, seremos guiados a través de pasajes bíblicos que nos ayudan a ver en acción el plan redentor de Dios. Que estas meditaciones le edifiquen en la fe y le ayuden a acercarse al Dios que le ama y quiere que comparta su amor y su vida con las personas que le rodean, cercanas y lejan
Hernandes Dias Lopes
El Rev. Lopes está casado con Udemilta y viven en Sao Paulo Brasil en compañía de sus dos hijos. El pastor Hernandes viaja alrededor del mundo para predicar y enseñar la Biblia.