Isaías 55:1-13
EL PODER DEL EVANGELIO
“Así también la palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto…” Isaías 55:11
El río Nilo nos ofrece una enseñanza profunda acerca del poder del agua para dar vida. A uno de sus lados, pueden verse campos verdes y fértiles. Del otro, puede verse solo un interminable desierto. En el tiempo de Isaías, la gente tenía la condición precaria de vivir en una tierra árida. Cada año, las lluvias del otoño renuevan la vida de los áridos campos de Palestina.
Lo mismo es cierto de la Palabra de Dios. Conocemos el poder de Dios porque le vemos cambiar vidas en las diferentes formas en que se predica: púlpito, calles, radio, televisión, redes sociales, etc. Y estamos agradecidos por el poder de la Palabra de Dios. Estoy convencido que su mensaje hace una diferencia eterna. ¿Por qué? Porque como Isaías enseña, la Palabra de Dios está en acción en el mundo, y nunca falla en alcanzar el propósito divino. O, como Hebreos 4:12 lo dice, la Palabra de Dios “es viva y eficaz”.
Esto podemos verlo también en nuestra propia vida. Muchos hemos vivido encadenados a alguna forma de pecado que convierte nuestra vida en un desierto espinoso. Algunas personas anhelan una transformación, desean darle un giro a su vida, pero no saben dónde comenzar. He aquí una sugerencia: ¡Riega los lugares secos de tu vida con la Palabra de Dios! Los resultados te dejarán sorprendido.
Oh, Dios, con tu Palabra podemos lograr lo que jamás podríamos imaginar. Ayúdame a sumergirme en ella. En el nombre de Jesús, amén.