Deuteronomio 8:1-5, 10-11
ACUÉRDENSE
“Acuérdense de todo el camino que el Señor les hizo
recorrer en el desierto …”
Deuteronomio 8:2
¿Recuerda cuánto dependía de sus padres en su niñez y juventud? Si eran padres cristianos, le enseñaron que todo provenía de Dios: ropa, juguetes, incluso los vegetales. Y usted lo creía, porque confiaba en ellos y en Dios. Hoy es mayor. Tiene trabajo, quizá puede adquirir un auto nuevo cada dos años, o una casa en una privada; tal vez cuenta con un plan de jubilación, o simplemente tiene lo suficiente para darse los gustos que desee. ¿Consiguió todo lo que tiene debido al trabajo duro, la autodisciplina, el sacrificio o tuvo Dios algo que ver con el éxito obtenido?
Cuando tenemos de todo, es casi imposible pretender vivir como si no tuviéramos nada. ¿De qué podríamos prescindir? Entre más tenemos más difícil es vivir con menos, y mucho más confiar plenamente en Dios. Sin embargo, eso es lo que El pide a su pueblo. “En el desierto, cuando solo me tenías a mí, eras totalmente dependiente. No olvides esa dependencia cuando llegues a la tierra llena de abundancia. Todo está ahí a la mano. Recuerda entonces depender de mí como lo hiciste en el desierto. No lo olvides”.
Israel sabía lo que Dios había hecho por ellos, pero olvidarlo es fácil cuando lo tienes todo. Aun así, siempre hay una buena razón para confiar en Dios en medio de la abundancia. Piense en esto como un entrenamiento para un tiempo en que la abundancia pueda agotarse.
Querido Dios, quédate con nosotros y con nuestros hijos en abundancia o en escasez. En Jesús oramos, amén.