Salmo 8:1-9
LA MAJESTAD DE DIOS
“Señor, soberano nuestro, ¡tu nombre domina en toda la tierra!, ¡tu gloria se extiende más allá del cielo!”. Salmo 8:1
Un turista cristiano tuvo la oportunidad de pasar dos semanas en el Cairo, Egipto. El lugar donde se hospedaba se encontraba frente a una mezquita islámica. Al mediodía del viernes, el día sagrado para los musulmanes, muchos hombres acudieron en masa a aquel santuario. Algunos entraron, mientras que otros se quedaron afuera, deteniendo el tráfico en la calle. Cada persona extendió un pequeño manto para arrodillarse y durante al menos una hora estuvieron inclinándose para adorar a Alá. Pudo ser testigo de la sensación de asombro que estos hombres muestran en su adoración. Sin embargo, también sintió el pesar de saber que no estaban orando al Dios verdadero, que ha llegado ser nuestro Padre a través de Jesucristo, sino a un dios exigente al que nunca pueden complacer.
Pensemos en las palabras del Salmo 8. Como una versión traduce: “Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!” Me pregunto si los cristianos tenemos ese sentido de asombro en nuestra adoración al Señor ¿Entendemos las palabras de Isaías 6:3 “Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”? ¿Adoramos a este Dios maravilloso sin excusas ni vergüenza? Él es nuestro Padre por medio del Señor Jesús, pero también es el Dios que reina en esplendor. Démosle a él toda la gloria que merece.
Señor, ayúdanos a comprender la majestuosidad de tu nombre y haz que estemos dispuestos a reconocer tu grandeza sin temor. Por Jesús, amén.