27 de noviembre del 2021
Génesis 28:10-22
“¿HAS HECHO ALGÚN VOTO A DIOS?”
“Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy… y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios”.
Génesis 28:20-21
Te encontrabas en apuros. Quizá un problema económico, una relación dañada, una enfermedad agobiante. No parecía haber una salida fácil. Y en un momento de intrepidez hiciste un voto, una promesa o un juramento a Dios. Y aquello que no presagiaba un final feliz encontró solución. Pero ¿qué pasó con el voto que hiciste a Dios?
Jacob hizo una promesa a Dios cuando huía de su hermano Esaú. Aun cuando Dios le había confirmado las promesas, la presencia y la bendición hechas a sus padres, la experiencia de estar en la “casa de Dios”, lo llevó a comprometerse seriamente con Dios si éste cumplía su parte. No, el problema no es la fidelidad de Dios, como Jacob comprobaría años después. Jacob salió sin nada de su tierra, ahora regresa con familia y posesiones. Dios ha cumplido su parte. El problema es que Jacob ha olvidado la suya, y actúa como si Dios no fuese su Dios.
Es una experiencia bastante común. Mucha gente hace votos ante Dios, en el bautismo, en la profesión de fe, en el matrimonio. Algunos nacieron en un hogar cristiano, formaron una familia, pero ahora Dios es un desconocido para ellos. O simplemente siguen en la iglesia, pero Dios es secundario, hay otras cosas más importantes. Dios nos llama a recordar quiénes somos. El secreto de un futuro espiritual y eterno para la familia está en nuestra identidad.
Padre celestial, ayúdame a recordar los votos que he hecho ante ti, y cumplirlos. Te lo pido por Jesús, Amen.
Cuando uno lee el libro de Génesis, difícilmente se hace uno la idea de que está hablando de una familia especial. La mayor parte del libro se ocupa de relatos de desobediencia, traición, corrupción y castigo. Pero no se equivoque. Detrás de la incapacidad humana se encuentra la mano de Dios conduciendo los hilos de la historia. Y al final del libro, el comentario de José a su propia vida es un resumen del libro: “Dios cambió ese mal en bien”. Y es la fidelidad de Dios la que ofrece una esperanza a nuestras familias que se mueven en un entorno no menos contaminado. Él sigue obrando a través de su gracia para llevarnos a Jesucristo, en quien sus promesas se hacen efectivas para sus hijos. Esperamos la lectura de este devocional le dé fuerzas para continuar en la batalla de levantar una generación para Dios.
Román Pérez Aguilar
Es pastor de la iglesia presbiteriana en México. Está casado con Esmeralda y tiene un hijo. Actualmente colabora en el Ministerio Reforma en el programa Vida en familia.