Salmos 51:1-19
YO SOY MI MAYOR PROBLEMA
“Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!, ¡dame un espíritu nuevo y fiel!” Salmos 51:10
La persona más difícil con la cual lidiar es la que vemos en el espejo. Nuestro mayor problema no son los demás; somos nosotros mismos. El pecado nos debilita y nos hace perder el equilibrio y la lucidez. El pecado afecta nuestra razón, nuestras emociones y nuestra voluntad. Hacemos lo que no queremos y dejamos de hacer lo que deseamos. Somos un ser ambiguo y contradictorio.El filósofo Jean Jacques Rousseau dijo que el hombre es esencialmente bueno. Él se equivoca. El hombre es esencialmente malo. El también filósofo John Locke dijo que el hombre es una tabula rasa, producto del ambiente. También se equivoca. El mal no procede de fuera. Viene de dentro. El medio es producto del hombre y no el hombre producto del medio. Algunos dicen que el poder corrompe. ¡Se equivocan! El poder solo revela a los corruptos. Cuando se le preguntó por al gran predicador Dwight Moody cuál era el mayor problema del trabajo, dijo: “El mayor problema del trabajo son los trabajadores”.Cuando David pecó contra Dios, al cometer adulterio con Betsabé, no culpó a las circunstancias; reconoció y admitió su pecado. Él pidió a Dios un nuevo corazón. La razón de su caída no fue la belleza o la seducción de Betsabé, sino la impureza de su corazón. Como David, debemos clamar: “Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!, ¡dame un espíritu nuevo y fiel!”
Dios santo, reconozco que en ocasiones me he rendido a la tentación en vez de resistirla. En el nombre de Jesucristo te ruego me perdones. Amén.