13 de junio del 2021
1 Corintios 7:1-7
GLORIFIQUE A DIOS EN SU MATRIMONIO
“Y tanto el esposo como la esposa deben cumplir
con los deberes propios del matrimonio”.
1 Corintios 7:3
Si usted es casado o casada, no vea su matrimonio como un estorbo para la comunión con Dios. El cónyuge no es una cruz ni un freno de mano para crecer espiritualmente. Nuestra relación como esposos puede ser un instrumento poderoso para glorificar a Dios. El distanciamiento social, sexual o espiritual no es la norma bajo la cual se rige la vida conyugal.
Nuestra intimidad como pareja tampoco escapa a los propósitos de Dios para sus hijos. Dentro del matrimonio, no debemos ver las relaciones sexuales como algo sucio y grosero, y que debemos evitar. Es más bien uno de los regalos más maravillosos de Dios para los seres humanos, aun si, en casos como el de Pablo, Dios no tiene en sus planes el matrimonio para su vida. Debemos disfrutar con gozo de nuestra unión conyugal, sin olvidar que no se trata de un simple placer físico. Llegar a ser una sola carne tiene también un significado espiritual profundo pues apunta a la unidad entre Cristo y su iglesia (Efesios 5:29).
Ambos cónyuges están obligados a mantener una intimidad sexual plena, sin negarse el uno al otro, salvo situaciones extraordinarias. Pero esto no significa que nos entreguemos a la pasión carnal que en lugar de servir de freno a la inmoralidad sexual la alimente. Aprovechemos, pues, esta relación como un medio para ministrar a nuestra pareja.
Ayúdanos, Señor, a luchar en favor del matrimonio, dando ejemplo de buenas relaciones entre esposos. En Cristo, amén.
El camino a la madurez cristiana es una travesía maravillosa. No hay nada que se compare a estar en sintonía con la voluntad de nuestro bondadoso Dios. Su Hijo Jesucristo ha hecho posible el recorrido a través de su muerte en la cruz. Y, por si fuera poco, Dios ha hecho morar su Espíritu en nosotros para guiarnos, fortalecernos y capacitarnos para crecer junto con nuestros hermanos en la fe. Pero tenga cuidado de caer en la tentación de buscar atajos. No se deje seducir por los predicadores que le animan a seguir una meta distinta. La iglesia de Corinto es un ejemplo de los peligros de equi- vocar el camino y la confusión resultante. Gracias a Dios, nuestros errores no tienen la última palabra, y él permitió que el apóstol Pablo atendiera la necesidad pastoral de esta iglesia. De ese modo, la iglesia pudo retomar el camino, y nosotros también podemos hacerlo si nos hemos extraviado.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene cuatro hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como el director del Ministerio Reforma.