09 de junio del 2021
1 Corintios 4:1-5
SIMPLEMENTE SIERVO
“Ustedes deben considerarnos simplemente como ayudantes de Cristo, encargados de enseñar los designios secretos de Dios”. 1 Corintios 4:1
¿Le gustan a usted los reconocimientos y el trato ceremonioso? ¿Qué piensa de los halagos y exceso de cumplidos en la iglesia del Señor? Puede observarlo en la televisión y en las redes sociales, y sacar sus conclusiones. En este tiempo, una persona con las credenciales del apóstol Pablo recibiría trato de celebridad. Viajes en primera clase, acomodación en hotel de cinco estrellas, entrevistas con gente importante.
Tome en cuenta que, en el caso de Pablo, su título de apóstol no se lo adjudicó un dudoso comité. Su trabajo hablaba por sí solo: escritor prolífico, plantador de iglesias exitoso, pastor bivocacional, y, en alguna ocasión, hasta se dio una vuelta por el tercer cielo. Nada mal para quien fuera la personalidad más ampliamente conocida en el ámbito cristiano del primer siglo.
Pero en este pasaje él no reclama un trato o reconocimiento especial de los creyentes. ¿Qué pide él de aquellos que él mismo había evangelizado? Que lo consideren simplemente como un “ayudante” de Cristo. Ser siervo de Cristo no era un título honorífico sino un encargo especial del Señor resucitado. Y lo único que él deseaba era cumplir fielmente esa responsabilidad sin enfocar los reflectores en sí mismo sino en Cristo. Ore por sus líderes para que ellos reflejen la humildad de un verdadero siervo de Dios.
Señor Jesucristo, guía a tus siervos para que ellos reflejen tu carácter y prediquen tu Palabra de una manera fiel. Amén.
El camino a la madurez cristiana es una travesía maravillosa. No hay nada que se compare a estar en sintonía con la voluntad de nuestro bondadoso Dios. Su Hijo Jesucristo ha hecho posible el recorrido a través de su muerte en la cruz. Y, por si fuera poco, Dios ha hecho morar su Espíritu en nosotros para guiarnos, fortalecernos y capacitarnos para crecer junto con nuestros hermanos en la fe. Pero tenga cuidado de caer en la tentación de buscar atajos. No se deje seducir por los predicadores que le animan a seguir una meta distinta. La iglesia de Corinto es un ejemplo de los peligros de equi- vocar el camino y la confusión resultante. Gracias a Dios, nuestros errores no tienen la última palabra, y él permitió que el apóstol Pablo atendiera la necesidad pastoral de esta iglesia. De ese modo, la iglesia pudo retomar el camino, y nosotros también podemos hacerlo si nos hemos extraviado.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene cuatro hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como el director del Ministerio Reforma.