25 de abril del 2024
1 Pedro 4:7-9
UN LUGAR ABIERTO
“Recíbanse unos a otros en sus casas, sin murmurar de nadie”. 1 Pedro 4:9
Un día me llamó la atención una iglesia que tenía un cartel que decía “Dejen que los niños vengan”. Era, sin duda, un mensaje que anticipaba que estábamos en una iglesia bastante hospitalaria, pero justo debajo había otro que decía “Fuera de nuestra propiedad”. Hasta los niños pudieron darse cuenta sobre la discrepancia de ambos anuncios. Era decepcionante que una iglesia enviara un mensaje poco acogedor sobre todo en una comunidad que se distingue por ser bastante hospitalaria. La hospitalidad consiste en hacer que alguien se sienta bienvenido. Significa facilitar que alguien pase tiempo contigo sin sentirse incómodo. A veces pensamos que la buena hospitalidad envuelve tener un hogar cinco estrellas, pero en realidad tiene más que ver con que las personas se sientan confortables en tu presencia. No tiene que ser un lugar perfecto ni hermoso, sino simplemente abierto. En el tiempo del Nuevo Testamento la hospitalidad era importante porque, por lo general, las posadas eran pocas y algo inseguras. Por eso, los predicadores itinerantes necesitaban a menudo un lugar donde pasar la noche, y eran los mismos hermanos quienes lo proveían. Pero era también el caso de hermanos pobres o refugiados que se veían en la necesidad de apelar a la generosidad de sus hermanos en la fe. ¿Podemos ser también nosotros una comunidad hospitalaria sin murmurar de nadie?
Señor, enséñanos a practicar la hospitalidad. Conéctanos con personas que necesitan experimentar tu amor a través de nosotros. En el nombre de Jesús, Amén.
Mark Twain dijo, “Muchas personas se molestan por esos pasajes de la Escritura que no entienden, pero los pasajes que me molestan son esos que sí entiendo.” En otras palabras, tratar de vivir por lo menos con los mandamientos más básicos de la Biblia puede ser abrumador. En las clases prematrimoniales nosotros alentamos a las parejas a comenzar por las cosas que son claras: amarse el uno al otro, perdonarse el uno al otro, cuidarse mutuamente, apoyarse mutuamente, llevar las cargas el uno del otro. Nosotros animamos a la gente a ver las maneras en que Dios nos llama a interactuar con todos los “unos a otros” en nuestras vidas. Es muy claro que Dios se preocupa profundamente por nuestras relaciones. Una vez que comenzamos a entender nuestra relación con nuestro Creador y Redentor, el próximo paso es amar a nuestro prójimo. Jesús nos dice en Mateo 22:37-38 que el primer mandamiento es amar al Señor con todo nuestro corazón, mente y alma. Y el segundo es similar: nuestro amor por Dios debe llegar a nuestro prójimo. Esperamos que ustedes sean animados a dejar que el amor de Jesús fluya en todas sus relaciones. Él tiene el poder para cambiar los corazones.
Steven y Deb Koster
Steven y Deb Koster sienten pasión por los matrimonios, las familias y el crecimiento espiritual en el hogar. Ambos trabajan en la Iglesia Cristiana Reformada en América del Norte. Steven y Deb Koster tienen tres hijos.