Salmos 119:1-16
PODER PARA OBEDECER
“He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti”.
Salmos 119:11
¿Cómo espera Dios que vivan las personas que Él creó? Muchos pasajes bíblicos coinciden en responder que ellas deberían reflejar su carácter santo. Eso significa que deben ser personas íntegras, auténticas, honestas y veraces. Este salmo nos enseña que su Palabra es la norma por la cual deberíamos medir esa conducta. No solo el joven, sino todos necesitamos que su ley nos guíe en esa tarea.
¿Por qué, entonces, la gente, y a veces los propios creyentes, parecen ir en sentido contrario a esas leyes? Este versículo también lo aclara. Es un asunto del corazón. Si el interior está corrompido, no importa que el exterior relumbre. Por eso el libro de Proverbios exhorta: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón”. Es solamente un corazón transformado el que tiene la habilidad de responder de manera obediente a la Palabra de Dios, en una forma que le glorifique.
No es la buena conducta la que produce un corazón transformado sino un corazón transformado el que hace posible buenos frutos. Cristo murió para hacer esto posible, y mediante la obra renovadora de su Espíritu, nuestros corazones son habilitados para querer y hacer el bien. Yo pertenezco a Cristo que se entregó por mí, y me concede una nueva identidad y un nuevo corazón. Vivir de una manera contraria delata que no somos sus hijos sino del padre de mentiras.
Yo pertenezco a Ti, Señor Cristo Jesús. No permitas que mi conducta contradiga la obra que haces en mí. Amén.