02 de mayo del 2021
Mateo 7:15-20
LAS APARIENCIAS NO ENGAÑAN
“Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios… Ustedes los pueden reconocer por sus acciones…” Mateo 7:15-16
Si existe algo que no encaja en el carácter cristiano y que Jesús abomina es la hipocresía. Él dedicó palabras bastante fuertes a los líderes de su tiempo por su afición a las apariencias. En los evangelios él los desenmascara y advierte a la gente del peligro que representan. Cuídense de ellos, nos dice, no se dejen engañar por su disfraz, no son difíciles de identificar.
La advertencia va dirigida también a nosotros. Jesús espera un comportamiento digno y acorde a lo que predicamos. En la vida cristiana no cabe el dicho popular: “Haz lo que digo, pero no hagas lo que hago”. Debe haber coherencia entre lo que decimos y hacemos. Jesús quiere ver en el creyente un estilo de vida que encarne lo que Él enseñó.
¿Cómo, pues, podemos evitar caer en una vida de apariencias? Enfoquemos nuestra mirada en ser cada día más semejantes a Cristo. Como dice un canto conocido: “Quiero ser más como tú, ver la vida como tú, saturarme de tu Espíritu y reflejar al mundo tu amor”. Ésta debe ser la meta de nuestra vida que oriente nuestra conducta y nos identifique ante el mundo. Y, sin duda, que el Espíritu estará más que complacido en ayudarnos a lograrlo. Él no hace un Photoshop en nuestras vidas. Él nos viste del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad, para que desechemos toda falsedad y apariencia.
No podemos vivir una vida de apariencias, por eso te pido, querido Maestro, que alejes de mi vida toda falsedad. Amén.
Se ha ido ya una quinta parte del siglo XXI y no volverá más. Y, para asombro de todos, la pandemia del Covid-19 ha terminado con millares de vidas. ¿Qué hemos hecho para que la obra de Dios sea conocida en todos los rincones de la tierra? ¿Cómo hemos contribuido para que la Palabra de Dios esté a la disposición de las personas? Entiendo que nuestro día a día esté lleno de tareas, de compromisos que cumplir y cuentas qué pagar... pero ¿qué hemos hecho por la obra de Dios y por la divulgación de su evangelio? Vamos a reflexionar un poco sobre este tema con algunos pasajes que nos ayudarán a responder a esta pregunta: ¿Qué es lo que Dios espera de cada uno de nosotros? Nuestro deseo es que seamos identificados como predicadores del Evangelio de la Salvación, del mensaje de vida por medio de Cristo que un día llegó hasta nosotros
Edison Souza
Periodista y presbítero en La Iglesia Presbiteriana de Campinas São Paulo, Brasil