Juan 11:17-27
JESÚS NUNCA LLEGA TARDE
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá”.
Juan 11:25
Las palabras de Jesús en este versículo tienen su origen en una queja muy similar a la que en ocasiones cualquiera de nosotros podría hacerle. “Señor, si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto”. Era un sentimiento que compartían dos hermanas que acababan de perder a su único hermano, y que delataba una velada acusación contra el Señor de haberles fallado. Ellas habían avisado a Jesús cuando su hermano estaba aún con vida, pero el maestro nunca apareció. Esperaban que él realizara un milagro, no que oficiara un funeral.
¡Cuántos “si hubieras…” se anidan en nuestro corazón y afloran al momento de hablar con Dios! Como estas mujeres, cuando atravesamos por algo trágico o simplemente doloroso, y clamamos al Señor, y éste no parece habernos respondido, nuestra vida puede convertirse en un torbellino de emociones. ¿Realmente nos ama el Señor?, nos preguntamos en ocasiones.
Pero el mismo Señor que reanimó el corazón de estas hermanas, está listo para revigorizar el nuestro. Su presencia que transformó el momento de luto en un grito de victoria, sigue con nosotros. Y sus palabras que él es la resurrección y la vida siguen siendo tan ciertas hoy como ayer. Y a nosotros que un día tendremos que pasar por el umbral de la muerte, nos aguarda una esperanza de una resurrección, no temporal, sino para vida eterna.
Señor Jesús, gracias por morir y resucitar para que yo pueda vivir. Te agradezco que estés conmigo siempre. Amén.