Levítico 6:8-14
MANTENER EL FUEGO ARDIENDO
“El fuego que arde en el altar no debe apagarse nunca”.
Levítico 6:12
¿Puedes mantener ardiendo la llama de tu fe? Mantener viva la fe las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana es un trabajo de tiempo completo. Pero ¿es mantener la fe sólo una cuestión de tiempo o energía, de inteligencia o edad? Aunque estas cosas pueden ser útiles para la fe, algunos grandes santos han confesado que creer se vuelve más difícil con el tiempo. En realidad, nadie puede guardar la fe sin la ayuda del poder de Dios.
Dios proveyó al pueblo de Israel sacerdotes para mantener el fuego ardiendo en el altar. Ese aroma que agradaba a Dios subía al cielo las veinticuatro horas, siete días a la semana. Esto era una señal continua de que el pecado del pueblo estaba cubierto por estos sacrificios.
En su vida diaria los israelitas tenían que arar campos, cuidar los viñedos, preparar comida, criar a los niños, todo conforme a la voluntad de Dios. Esa obra en la presencia de Dios era un sacrificio vivo (Romanos 12:1), pero ellos debían también traer sacrificios y observar el día de reposo. Al igual que ayer, el esplendor de la fe no depende de nuestro arduo trabajo. El Espíritu Santo eleva la fragancia del único sacrificio de Cristo a la presencia de Dios y mantiene el fuego ardiendo por todo su pueblo (Hebreos 10:10). Créelo, y depende de ello.
Creo, Padre celestial; ayúdame a depender de la obra del Espíritu Santo para purificar mis esfuerzos por vivir para ti, y para mantenerme arraigado en la verdadera fe. Por amor a Jesús. Amén.