Lucas 19:28-44
CEGUERA EN JERUSALÉN
“¡Si en este día tú también entendieras lo que puede darte paz! Pero ahora eso está escondido y no puedes verlo”.
Lucas 19:42
Los discípulos no podían evitar elogiar a Jesús cuando entró en Jerusalén, porque habían visto sus maravillas. Habían escuchado su asombrosa enseñanza y habían visto muchos milagros, desde el caminar de Jesús sobre el agua hasta resucitar personas de entre los muertos. Y como dice el Salmo 122, el solo hecho de ir a Jerusalén y buscar su paz en la casa del Señor era motivo de alabanza y gozo.
Pero no todos veían las cosas de la misma manera. Los líderes religiosos se quejaron de la estridente alabanza de los discípulos a Jesús. Uno pensaría que estos maestros de la Palabra de Dios responderían a la obra de Jesús con entusiasmo, al igual que sus discípulos. Pero lo rechazaron porque querían un mesías político, y ahora la oportunidad de encontrar paz estaba oculta a sus ojos. A diferencia del ciego que recibió la vista, Jerusalén había perdido la capacidad de ver.
La Jerusalén ciega buscaba la solución equivocada a sus problemas. No buscaban a alguien que los salvara de sus pecados. Querían a alguien que los salvara de la tiranía de los romanos que los gobernaban. La paz de Jerusalén, y la paz verdadera para cada uno de nosotros, solo puede provenir de Jesús, el Rey de todas las cosas, quien entregó su vida para que todos los que creyeran en él pudieran vivir. ¿Crees en él?
He escuchado las buenas noticias, Señor. Ayúdame a verte claramente cada día y a creer en ti como Salvador, Señor y Rey. Amén.