Levítico 16:15-19, 29-33
UNA VEZ AL AÑO PARA TODOS
“ Este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados”.
Levítico 16:30 (RVR60)
No es fácil dejar los vicios o cambiar los defectos del carácter. Aunque Dios nos llama a vivir una vida nueva, muchas veces nos desalentamos al recaer en actitudes dañinas y acciones indecorosas. A veces podemos llegar a creer que ya Él está cansado de nuestras fallas, y de nuestra constante búsqueda de perdón.
El pueblo de Israel sabía lo que es la lucha con el pecado. Aunque los sacerdotes trabajaban diariamente diagnosticando la limpieza y la inmundicia, no eran perfectos. ¿Había una terrible falla en la ley de Dios? No, el problema estaba en los sacerdotes y las personas que prometían cumplirla, pero no lo hacían o no podían. Los efectos del pecado en nuestra vida son un recordatorio continuo de nuestra inmundicia ante Dios.
Todos nosotros vivimos bajo los efectos del pecado. Pero la buena noticia es que Dios es misericordioso. Para todos los casos que los sacerdotes resultaban incapaces o que el pueblo no denunciaba Dios estableció el día de la Expiación. En ese gran día toda la inmundicia era cubierta por los sacrificios prescritos. En el día la de Expiación sabías que Dios había escuchado tu grito pidiendo purificación. ¿Estás avergonzado y lleno de culpa por tu inmundicia ante Dios? Pon tu mirada en Jesús, quien en la cruz expió todos nuestros pecados, ¡para siempre!
Señor, ten piedad de mí, un pecador desde el nacimiento. Gracias por el sacrificio expiatorio de Jesús, que murió para cubrir todo nuestro pecado y darnos una vida nueva. En su nombre, Amén.